A partir de marzo, las jubilaciones y pensiones experimentarán un aumento nominal del 27,18%, según lo anunciado por la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), además de un bono de $70.000 para aquellos beneficiarios cuyos haberes son más bajos. Sin embargo, estas medidas no logran contrarrestar la pérdida de poder adquisitivo que enfrentan los jubilados en medio de la escalada inflacionaria.
La jubilación mínima, que actualmente se encuentra en $105.713, ascenderá a $134.445 a partir de marzo, sumando el bono el total llegará a casi $205.000. Por otro lado, la jubilación máxima pasará de $711.346 a $925.000.
El bono de $70.000 será otorgado únicamente a los beneficiarios cuyos haberes no superen los $204.445. Aquellos que perciben más que este monto solo recibirán el ajuste correspondiente a la fórmula de movilidad actual, sin el bono adicional.
El aumento nominal y el bono resultan insuficientes para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados, estimada en un 44,5% respecto al mismo mes del año anterior. La inflación prevista y la actualización trimestral de los haberes plantean un escenario preocupante para el mantenimiento del poder adquisitivo de los jubilados en los próximos meses.
El recorte real interanual del gasto público, principalmente en jubilaciones y pensiones, se destaca como el mayor de los últimos 30 años, lo que profundiza la vulnerabilidad económica de este sector de la población. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por contener la inflación y garantizar la estabilidad económica, la situación de los jubilados continúa siendo crítica y requiere de medidas más contundentes para su protección financiera.