I., de 15 años, regresó a su casa el 28 de septiembre pasado. Su familia y las autoridades la buscaban desde el 20 de julio, cuando había sido vista por última vez. Llegó a una casa de la calle Marcelo T. de Alvear en José C. Paz, su zona, el domicilio de un vecino que conocía, donde su padre había vivido previamente. La adolescente simplemente tocó la puerta y se anunció en el lugar.
Al saberlo, una mujer alertó a la División Trata de Personas de la Policía Federal. Así, fue contenida e ingresó al Programa Nacional de Rescate para víctimas de trata, que tomó su testimonio. Los investigadores en un expediente a cargo de la UFI N°14 de San Martín sospechaban que I. había sido captada y prostituida en todo este tiempo. Su aparición también fue sumamente sospechosa. Para los detectives, parecía ser una escena montada por sus captores con un guión escrito.
“La largaron”, hipotetizaba una alta fuente con acceso al expediente. La menor era un contrabando caliente para ese momento. Su foto se difundía con velocidad, hubo marchas para reclamar por su aparición en José C. Paz. El Gobierno bonaerense había prometido una recompensa de cuatro millones de pesos para quien aportara información que llevara a encontrarla. El caso se convirtió en, efectivamente, una de las historias de prostitución infantil más aberrantes de la historia reciente.
Luego, la menor dio su testimonio. La investigación de la Federal ayudó a completar la versión de qué había ocurrido de esas tres semanas en la nada. La habían violado tras separarla en su familia, una y otra vez, primero en cuevas en Liniers, luego en una quinta en General Rodríguez donde se organizaban fiestas sexuales. Cuatro presuntos abusadores fueron identificados y arrestados, entre ellos Fernando Adolfo Sánchez Rojas, que fue detenido en su auto tras una alerta del Anillo Digital porteño, acusado de ser el responsable de la quinta donde los abusos eran cometidos. Otro de ellos es Harry Wilber Liñán Ruiz, de nacionalidad peruana como Rojas, otro comerciante. Le habían allanado su casa en Ciudadela, donde le incautaron un par de bosas de cocaína. Hoy postea melancólico en Instagram desde una cárcel bonaerense. Allí, en la red social, Liñán Ruiz dice que extraña a sus hijos, al ceviche de su país, comparte videos donde un crack del futsal de Boca lo menciona con un cálido saludo mientras invita a un torneo para recordar a los muertos por COVID de la familia del preso.
Hoy, diez meses después, el caso continúa abierto. Quedan dos prófugos por caer. Uno de ellos es Juan Natividad Guevara Catalán, acusado de ser uno de los habitués de las fiestas de violación en General Rodríguez. Tiene familia en Córdoba, donde su domicilio principal está registrado. Allí, irónicamente, lo desconocen. Sobr
La otra es Natalia Johana Romero, tía de crianza de I..
Para quien la entregue, el Ministerio de Seguridad bonaerense prometió 5 millones de pesos. Es la supuesta explotadora y cobradora del dinero de sus violaciones. Creen que, literalmente, intentó digitar la situación desde el minuto cero. Se sospecha que intentó coimear a la madre de I. para que se ajuste a su relato y que incluso una amiga de Romero acompañó a la madre para hacer la denuncia y así vigilarla de cerca.
La amiga, extrañamente, nunca se presentó a declarar en la causa.
Romero estaba embarazada al momento de profugarse. Se cree que tuvo a su hijo en algún momento, pero un relevo intensivo de hospitales no indicó el parto. No solo sigue suelta: Infobae pudo constatar a través de sus registros que todavía cobra un plan social.
El último cobro de un beneficio del programa para acceder a una garrafa data de junio de este año. No lo cobraría ella en persona. Los investigadores apuntan directamente a una familiar cercana, empleada de la Municipalidad de José C. Paz desde 2012, con un rol particularmente sensible. Los investigadores de la Federal incluso se preguntan si efectivamente esta mujer usó recursos de la Municipalidad para apoyar a su hija, con pedidos de licencia e incluso personal que cuidaría a los hijos de Romero que quedaron atrás.
Hoy, las autoridades sospechan que cubrió el tatuaje que tenía en su cara: tres estrellas que fueron reemplazadas por corazones.