La Gran Logia Argentina, una de las instituciones más antiguas del país, se encuentra en el ojo del huracán. Acusaciones de politización y pérdida de los valores fundacionales sacuden a la orden masónica. La creciente influencia de miembros de las fuerzas de seguridad, especialmente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), ha generado un clima de tensión y desconfianza.
La flexibilización de los criterios de ingreso, impulsada por el Gran Maestre Pablo Lázaro, ha facilitado la entrada de numerosos efectivos policiales a la masonería. Esto ha generado una concentración de poder en manos de un sector específico y ha levantado sospechas sobre la neutralidad de la institución. La creación de logias exclusivas para uniformados y la utilización de herramientas tecnológicas como el voto electrónico han profundizado estas preocupaciones.
El director nacional de la PSA, Dr. Alfredo Hernán Gallardo, presidió la primera sesión del año del Consejo Directivo del Instituto Superior de Seguridad Aeroportuaria (ISSA) en la cual se designó al Ing. Pablo Lázaro como rector y al Dr. Juan José Famá como vicerrector. pic.twitter.com/8E1UFVPLV9
— POLICÍA DE SEGURIDAD AEROPORTUARIA (@seguridadpsa) March 14, 2024
El vínculo entre la masonería y la ciberseguridad es cada vez más evidente. Lázaro, antes de asumir el liderazgo de la Gran Logia, se desempeñó como director de Ciberseguridad en el Ministerio de Seguridad durante el gobierno de Mauricio Macri. Su llegada a este puesto estuvo vinculada a la Fundación Capa 8, una organización con fuertes lazos con el mundo de la inteligencia. Otros personajes clave en la masonería, como el superintendente de Lucha contra el Cibercrimen de la Policía de la Ciudad, Carlos Gabriel Rojas, también tienen una destacada trayectoria en este campo.
La implementación del voto electrónico y la flexibilización de los requisitos de ingreso han sido señalados como los principales factores que han transformado la masonería argentina. Muchos masones veteranos lamentan la pérdida de los valores fundacionales y denuncian maniobras espurias para controlar la institución. El éxodo de miembros y la creación de nuevas obediencias son una muestra de este descontento.
La existencia de grupos de WhatsApp como Blue Line, donde se coordinan acciones y se difunde información sobre la masonería, revela una compleja red de relaciones entre policías y masones. El Proyecto Philadelphia, una iniciativa ultrasecreta, sería el eje de esta red, que busca influir en las decisiones de la Gran Logia y controlar a las logias disidentes.
La creciente influencia de las fuerzas de seguridad y la utilización de tecnologías que permiten un mayor control sobre los miembros plantean interrogantes sobre el futuro de la masonería argentina. ¿Será capaz la institución de recuperar sus valores fundacionales y garantizar la participación democrática de todos sus miembros? ¿O se consolidará como una organización controlada por un pequeño grupo de intereses?