Fueron 32 días de incógnita para la vida de Luciano Creiner: estuvo 15 en coma y 17 en terapia intermedia. El niño con oído absoluto, que a los tres años pidió aprender a tocar el piano y cantaba cada vez que tenía la oportunidad de subir a un escenario vio trastocado su futuro en septiembre de 2020, cuando debido al COVID-19 sufrió una falla multisistémica y una obstrucción en la garganta.
Entonces, la enfermedad todavía era relativamente nueva y poco se sabía de lo que ocasionaba, sobre todo en los niños, cuando se dudaba si podían contraerla o no. Pero a él, el coronavirus lo afectó de tal manera que los médicos decidieron que para poder respirar debían efectuarle una traqueotomía. Con solo 10 años, supo que quizás no volvería a cantar.
“No se sentía bien y lo llevamos a la clínica. Enseguida lo revisaron, le pusieron oxígeno y lo internaron en terapia intensiva”, recuerda con dolor Carmen Robles, su madre.
Las cosas se agravaron para Luciano luego de semanas esperando por su recuperación e ilusionado con el alta médica que cada día era más lejana. “Le hicieron la traqueotomía para que pudiera respirar. No podía ingerir comida, se alimentaba por sonda y sólo toleraba cucharadas de agua fría que le ayudaban a fortalecer su garganta”, revive la mujer angustiada.
“De eso no recuerdo nada, sólo sé que pasó y hoy me siento orgulloso porque Dios me salvó”.
Luciano nació el 18 de julio de 2010 y a los dos años ya expresó su pasión por la música: amaba escucharla y crearla. A los 3 años comenzó a tomar clases de piano: mientras sus pequeños dedos se perdían en las teclas también comenzó a cantar.
Hasta que se contagió de COVID-19 todo era normal en su vida (aunque como todos los niños del país y del mundo cursaba la escuela de manera virtual): “Fue a visitar a su abuela con el papá y la cuidadora se había contagiado y no lo sabía. Nos contagiamos todos, pero Luciano terminó en coma”, ahí comenzaron las semanas de angustia e incertidumbre, pensando lo peor.
“Durante el coma estuve intubado y después de un tiempo eso no lo estaba ayudando para que mejore su garganta. Era extraño lo que le pasó, pero tenía partes como necrosadas y, no me preguntes cómo pero la autoricé porque me dijeron que eso era lo que le tenían que hacer. Y respiraba por ahí. No hablaba, no comía, no cantaba, pero después de los últimos 17 días le dieron de alta. El proceso de recuperación le llevó un año y no le quedaron secuelas.
Pero a base de fuerza y muchas ganas, el fanático de River Plate salió adelante. “Un día, milagrosamente, salió de la cama, se sentó en el sillón y nos empezó a hacer dibujos de agradecimiento”, rememora Carmen emocionada y destaca, una vez más, la pasión de su hijo.
“Cuando comenzó a estar mejor, me pidió que le llevara el piano a la clínica porque quería tocar y eso fue tan asombroso porque luego del coma debió aprender todo de cero: a comer, porque se alimentaba por sonda; a caminar, a moverse... Y tocar lo estimula mucho”, se emociona y sigue: “Después empezó a tocar para los doctores y para los demás pacientes”.
Lo que siguió fue la rehabilitación domiciliaria en la que lo acompañó su fonoaudióloga Valeria. En ese tiempo, Luciano siguió su recuperación: tras 62 días, volvió a comer y, finalmente, el 9 de noviembre de 2020, le sacaron la cánula y comenzó a cantar.
“Al año siguiente se presentó en el teatro y su recuperación fue total. Le llevó un año volver a ser el mismo que era antes. Ahora tiene una voz diferente y la usa para cantar, porque le quedó como media afónica, pero su proceso fue tan asombroso que no evito pensar que fue un milagro: todos los médicos me hablaban de lo bien que hizo su recuperación, que pudiera volver a hablar, ¡a cantar!”, dice ya con felicidad en su voz.
¡Gracias a Dios!
“Escuchar todo lo que me tocó vivir me genera sorpresa y también esperanzas por saber que Dios me salvó de todo lo que me pasó. Estoy muy agradecido y muy contento”, asegura Luciano que solo recuerda la rehabilitación.
Ya pensando en el futuro, cuenta que el jueves 9 de junio volverá a subir al escenario, esta vez en el Teatro Regina. Y todo lo que recaude en el music hall “Golde City”, será donado a la Fundación “Sur Solidario”, presidida por Pasty Lauria y apadrinada por el cantante Axel, de quien es fan.
“Estamos convencidos de que fue un milagro y en agradecimiento queremos colaborar con la fundación que tiene el objetivo de acompañar, contener, guiar y formar a los niños de la zona sur de Conurbano”, dice Carmen mientras de fondo, Luciano pide la palabra en el teléfono.
Cuenta que desde hace un año, además del piano tiene otra pasión: “Desde que nací soy hincha de River, pero el fútbol me interesaba más jugarlo que verlo, pero desde hace un año empecé a enamorarme y le empecé a pedir a mi papá que me llevara a la cancha y desde el partido con Platense voy a todos los que jugamos en el Monumental”, dice sobre el inicio de la nueva pasión.
“¡Lo único es que no puedo gritar los goles! Pero los festejo despacito y apenas abro la boca... ¡Será por eso que mi papá los grita tanto! ¡Festeja por mi!”, finaliza.