Por: Braian Medina
En la provincia de Buenos Aires se instala con fuerza un pedido interno: un grupo de intendentes y dirigentes del espacio del gobernador Axel Kicillof advierte que el vínculo con el kirchnerismo central ya no puede mantenerse como hasta ahora. El argumento es que la dependencia hacia la ex presidenta Cristina Kirchner y su hijo, Máximo Kirchner, limita la construcción propia de poder en el territorio y le resta autonomía al mandatario provincial
Según estos sectores, en las últimas elecciones se evidenció una pérdida de votos que atribuyen, en parte, a la dispersión del apoyo por la concurrencia de listas alternativas impulsadas o permitidas desde el aparato nacional del Partido Justicialista. Sostienen que el movimiento kirchnerista “no dejó margen” al gobernador para consolidar su liderazgo provincial, y que esa subordinación podría comprometer su horizonte presidencial
Intendentes alineados con Kicillof señalan que la conducción de Máximo Kirchner al frente del PJ bonaerense genera “listas paralelas” que erosionan la unidad del espacio. “El problema no es sólo la elección: es que nos están dejando sin relato propio”, aseguran. En este contexto, algunos jefes comunales reclaman la convocatoria de una reunión urgente con Kicillof para reordenar la estrategia, reforzar el vínculo con los territorios y redefinir responsabilidades

En los pasillos de los distritos gobernados por el oficialismo se comenta que la chispa del malestar se encendió con la imagen que circuló luego de los comicios: mientras el gobernador monitoreaba los resultados, la exmandataria dio una señal pública de festejo desde un balcón de la Casa Rosada, generando disconformidad. El mensaje, consideran algunos, fue la muestra de una dinámica de mando ajena al trabajo territorial que ellos llevan adelante.
El jueves próximo, Kicillof tiene previsto reunirse con un grupo de alrededor de cuarenta jefes comunales para hacer un diagnóstico post‑electoral. Allí, según fuentes internas, se pondrán sobre la mesa reclamos concretos: mayor protagonismo local, reducción de la intervención narrativa del kirchnerismo nacional, y un ajuste en la maquinaria política provincial.
El desafío para el gobernador es doble: debe contener el reclamo territorial sin fracturar el frente que lo sostiene, al mismo tiempo que empieza a construir un perfil propio para 2027. Para los intendentes que plantean el cambio, la consigna es clara: “Queremos gobernar de verdad, no seguir siendo satélites de un mando externo”.
La política bonaerense entra en una nueva fase de reordenamiento. La pregunta abierta es cómo responderá Kicillof a esta ola de demandas internas: si mantiene el equilibrio con el kirchnerismo nacional o si inicia una estrategia autónoma que lo diferencie y fortalezca en clave provincial.