La anorexia encoge el cerebro más que cualquier otra condición de salud mental, incluida la depresión, según ha demostrado un importante estudio. Los neurocientíficos de la Universidad de Bath dijeron que los hallazgos fueron una “llamada de atención” para intervenir antes en la condición de comer y prevenir daños mayores.
Los investigadores observaron escáneres cerebrales de 2000 personas con anorexia y encontraron reducciones en el volumen cerebral que oscilaban entre el uno y el cinco por ciento. Los escaneos mostraron “reducciones considerables” en el grosor cortical, los volúmenes subcorticales y el área de la superficie cortical, que era entre dos y cuatro veces más grande que las personas con afecciones como depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad o trastorno obsesivo compulsivo.
Los académicos creen que los cambios en el tamaño del cerebro podrían atribuirse a reducciones en el índice de masa corporal (IMC) en lugar de que la contracción neuronal provoque la afección. Sin embargo, las personas en el camino hacia la recuperación de la anorexia mostraron entre un 30 y un 50 por ciento menos de contracción, lo que sugiere que el cerebro puede repararse a sí mismo, mostró el estudio.
“Descubrimos que las grandes reducciones en la estructura cerebral, que observamos en los pacientes, eran menos notorias en los pacientes que ya estaban en el camino de la recuperación”, dijo la investigadora principal, la doctora Esther Walton, del Departamento de Psicología de la Universidad de Bath. Y añadió: “Esta es una buena señal, porque indica que estos cambios podrían no ser permanentes. Con el tratamiento adecuado, el cerebro podría recuperarse”.
La anorexia es un trastorno alimentario grave y una afección de salud mental. Los síntomas se caracterizan por personas que intentan mantener su peso lo más bajo posible al no comer lo suficiente. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un problema en todo el mundo y en particular en la Argentina ya que según estudios internacionales de Mervat Nasser, especializado en investigación en temas de salud y desarrollo del instituto de psiquiatría de Kings College, Londres, nuestro país es el segundo del mundo con más casos de TCA.
En nuestro país, una de cada tres mujeres jóvenes padece de trastornos alimentarios. En su mayoría se trata del atracón y la anorexia y bulimia nerviosa, según especificó la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Esto representa un 50% más que los resultados arrojados por un estudio llevado a cabo en 2001.
Los trastornos alimentarios como la anorexia y bulimia nerviosa, que suelen aparecer durante la adolescencia, se han convertido en una nueva pandemia. “La anorexia nerviosa puede producir la muerte prematura, a menudo debido a complicaciones médicas o al suicidio, y tiene asociada una mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental”, indican desde la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un informe realizado a principios de este año por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos proporcionó nuevos detalles sobre los tipos de problemas de salud mental que afectan a una generación de adolescentes. El estudio reveló que la proporción de visitas por trastornos alimentarios se duplicó entre las adolescentes, provocada por factores de riesgo relacionados con la pandemia como la falta de estructura en la rutina diaria, la angustia emocional y los cambios en la disponibilidad de alimentos, exacerbados por la reducción del acceso a la atención de la salud mental durante la pandemia.
Para la nueva investigación, publicada en la revista Biological Psychiatry, los científicos de Bath trabajaron junto con 21 centros en todo el mundo para agrupar escáneres cerebrales, incluido el Grupo de Trabajo de Trastornos de la Alimentación Enigma, de la Universidad del Sur de California. Paul Thompson, profesor de neurología y científico principal del Consorcio Enigma, sostuvo: “Los cambios cerebrales en la anorexia fueron más graves que en cualquier otra afección psiquiátrica que hayamos estudiado.
“Esto realmente es una llamada de atención, que muestra la necesidad de intervenciones tempranas para las personas con trastornos alimentarios. Ahora se pueden evaluar los efectos de los tratamientos e intervenciones utilizando estos nuevos mapas cerebrales como referencia”, concluyó el experto.
Si bien los trastornos de la conducta alimentaria afectan a personas de cualquier género, edad, grupo étnico, orientación sexual y nivel socioeconómico, estadísticamente son más frecuentes en mujeres adolescentes. Es necesario evitar la estigmatización y juicios sociales que rodean a este tipo de enfermedades, cuyo tratamiento requiere de un trabajo interdisciplinario.