Con su característica cabeza calva, modales patoteriles y voz ronca, Sergio Alejandro Medina, conocido como Ale de Budge, ha liderado la violencia en el mundo de las barras bravas. Ayer, protagonizó una emboscada a la facción oficial de la barra y resultó herido. Medina, con un prontuario temible, ha construido su vida al margen de la ley, no solo en el ámbito futbolístico, sino también en las ferias de ropa del Conurbano, donde su grupo realiza seguridad privada y extorsiones.
Su ingreso a la barra data de 2002, cuando Los Borrachos del Tablón vivían una lucha de poder. Medina representaba la mano de obra del Sur del Gran Buenos Aires y se convirtió en un hombre fuerte del grupo. Su influencia creció, y en 2006 fue uno de los 46 que viajaron al Mundial de Alemania, consolidando a Los Borrachos como la barra argentina. Tras el cisma de la barra en 2007, Medina se unió al bando de los sucesores de Adrián Rousseau y se convirtió en uno de los líderes.
Con un doble rol como chofer y su conexión con Camioneros, Medina ascendió en el poder. A pesar de enfrentar problemas legales, su impunidad persistió. En 2015, fue detenido por una violenta agresión durante una caravana, pero salió en ocho meses con una pena de prisión suspendida. Reconstruyó su poder y, en 2018, estaba nuevamente en la órbita de Camioneros y en el paravalanchas central de la tribuna Sívori.
El episodio más reciente involucra la emboscada previa al debut de River en la Copa de La Liga, donde Medina exigió levantar el derecho de admisión y obtener entradas para su grupo. Aunque la facción oficial estaba al tanto, la confrontación dejó al mafioso barra detenido. La Justicia evalúa su situación, mientras la figura de este barra brava, uno de los más peligrosos de Argentina, se mantiene en el ojo público.