El peronismo bonaerense atraviesa una etapa de intensa reconfiguración, marcada por la necesidad de construir un frente electoral amplio que recupere el terreno perdido ante un electorado cada vez más esquivo. Sin embargo, las diferencias internas dentro del movimiento, especialmente entre La Cámpora y un grupo de intendentes, amenazan con convertir esta tarea en una auténtica guerra fratricida.
Dos figuras representativas de estas tensiones, Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, y Francisco Echarren, de Castelli, se reunieron esta semana en un intento por articular una estrategia común. Ferraresi, con influencia en el Conurbano, y Echarren, con base en el interior de la provincia, comparten una visión crítica del momento político que atraviesa Buenos Aires y la nación, coincidiendo en la necesidad de armar un frente capaz de desafiar la ola libertaria encabezada por Javier Milei.
En privado, ambos dirigentes sostienen la necesidad de "ser valientes para salir a defender a la Provincia", aunque sus declaraciones dejan entrever un tiro por elevación hacia figuras como Máximo Kirchner y Wado De Pedro, quienes han mantenido un prudente silencio ante los ataques que la provincia ha sufrido desde la llegada de Milei al poder.
Echarren, líder del partido Ganar, planteó la posibilidad de construir un frente político y electoral para "una nueva Argentina", buscando revitalizar el peronismo con una visión más amplia y con un enfoque que incluya a sectores que han sido marginados por el sesgo amacéntrico del movimiento. Este sesgo ha generado preocupación entre los intendentes del interior, quienes temen que el PJ se transforme en un "partido vecinalista del Conurbano", como ha advertido Francisco Durañona, exintendente de San Antonio de Areco.
Para contrarrestar esta tendencia, algunos dirigentes insisten en la necesidad de recomponer la relación con los sectores productivos, especialmente con el campo, un desafío que, aunque difícil, es considerado esencial.
La reciente designación de Manuela Hoya, militante de La Cámpora, como Directora General Electoral en la Junta Electoral de la provincia de Buenos Aires, ha generado suspicacias sobre el control del aparato electoral por parte de la "orga". Aunque desde la Junta desestimaron estas preocupaciones, el hecho refleja la creciente paranoia dentro del oficialismo bonaerense.
Ganar la Provincia.
— Francisco Echarren (@EcharrenF) August 20, 2024
Dialogamos con @jorgeferraresi de los desafíos de gobierno, del impacto de la crisis y de la necesidad de cuidar la Provincia.
Junto a la Presidenta de @GanarArgen vamos a ser parte de un gran frente político y electoral para construir otra Argentina.
El… pic.twitter.com/T5AmmgAMeq
Ferraresi, quien ha cuestionado públicamente la "falta de participación democrática" dentro del peronismo, ha tensionado la relación con otros dirigentes del movimiento, al desembarcar en territorios controlados por La Cámpora. En Lanús y Quilmes, se enfrentó con Julián Álvarez y Mayra Mendoza, y en Luján, donde gobierna el camporista Leo Boto, hizo lo propio. En las próximas semanas, planea trasladar su actividad política a Necochea y Villa Gesell, distritos no controlados por La Cámpora, pero sí por el peronismo.
Mientras el peronismo bonaerense intenta rearmarse, las diferencias internas y la lucha por el control del movimiento amenazan con fragmentarlo aún más. Con un cierre de listas que se anticipa complicado, el peronismo deberá encontrar la manera de superar sus divisiones si quiere tener alguna esperanza de enfrentar la creciente influencia libertaria en las próximas elecciones.