Manuel tiene 40 años, nació en Neuquén pero desde 1999 vive en La Plata. Podría decirse que tiene una doble vida. Por un lado, un mundo laboral más “gris” dedicado a la Informática, pero los fines de semana es uno de los referentes platenses del Jugger, el deporte que sorprende desde hace varios años en distintos parques de nuestra ciudad.
p>Manuel explica que llegó a nuestra ciudad por estudios y finalmente se radicó. Desde el 2016 practica Jugger.
“Lo que me llamó la atención, en primer lugar, son las herramientas que se usan, que remiten a un estilo medieval. Implica la simulación de un combate pero totalmente seguro para todos los participantes”, dice.
En esencia, el deporte consiste en llevar una pelota (el jugg), que está en el centro del campo, a la base del equipo contrario. Cada equipo consta de 5 jugadores y uno de ellos es el “corredor”. Es el único que no lleva armas y es quien puede tocar el balón. El resto de los combatientes deben protegerlo cuando ataca, o bien, impedir que el corredor rival anote.
“Hay valores y reglas que se priorizan. La competencia existe, pero no es el punto principal. No es lo que más se valora. Hay una serie de ideas que se conocen como el espíritu del Jugger que permite que se pueda desarrollar el partido. Hablamos de la honestidad, el respeto y la confianza”, comenta.
<“Los duelos son muy rápidos y caóticos, entonces es difícil para la gente externa notar si la persona fue tocada. El golpe es sutil, no debe ser fuerte. Entonces es vital la honestidad”, agrega. Y es que si una persona es tocada por el arma del rival queda bloqueada durante un tiempo del juego. De ahí la importancia de que el participante admita si fue rozado por su contrincante.
“Es un deporte autoarbitrado. Depende de la honestidad de la persona. Cada jugador tiene que ser responsable de su comportamiento. Si otro jugador me tocó, tengo que reconocerlo y apartarme del juego. El resultado no debe ser el impulsor principal del partido. Ganar no puede estar por encima de estos preceptos. Son valores muy interesantes y este deporte los reivindica”, se entusiasma.
Para invalidar al adversario hay que tocarlo con el arma: vale todo el cuerpo excepto las manos y la cabeza. Antes del duelo, se controla que las armas estén debidamente acolchadas: “Si hay golpes fuertes pueden ser penalizados. Lo que se busca es la velocidad y agilidad”.
La Plata es la cuna argentina de este deporte. También hay un germen en CABA, Trelew y el municipio bonaerense de Islas Malvinas. Pero todavía por detrás de nuestra ciudad. El próximo domingo, por caso, habrá un torneo en la República de los Niños.
“Hay cuestiones tan llamativas desde lo visual que mucha gente se queda mirando. Tratamos de que los espectadores puedan incorporarse a la comunidad si muestran interés. Le damos armas, les explicamos el reglamento, y armamos algunos duelos para que le vayan agarrando la mano”, completa Manuel. Fuentes: lamovidaplatense.com y laplata1.com