Del desembarco de la primera invasión inglesa, en 1806, casi no quedan huellas. Pero Ensenada, a 10 kilómetros de La Plata, no pierde su encanto como histórico bastión defensivo de criollos y españoles, situado al borde del Río de la Plata. Los ecos de ese bautismo de fuego de los primeros vecinos resuena entre las paredes de ladrillos -réplicas del original muro de adobe-, la torre y algunos cañones desperdigados entre los restos del Fuerte Barragán, un valioso testimonio de la época del Virreinato.
p>El pasado esplendoroso de esta localidad -cuyos avances y retrocesos estuvieron vinculados durante décadas a los vaivenes del Astillero Río Santiago y el polo petroquímico- empezaría a vislumbrarse a fines del siglo XIX con la apertura de decenas de almacenes por mayor y menor, panaderías, bares de tragos y billares, confiterías y herrerías. En 1925, cuando YPF instaló aquí su primera destilería, Ensenada ya concentraba una intensa actividad social y comercial.
Esos tiempos de crecimiento se reflejan en la imponente mole blanca del Club Regatas (la institución deportiva más antigua de la zona, inaugurada en 1902), la arquitectura racionalista moderna del Club YPF, la galería de madera de la estación ferroviaria Río Santiago (una joya de estilo neoclásico italiano que se mantiene en pie desde 1911), la única fábrica de sombreros de Latinoamérica (creada en 1904), la Vieja Estación (inaugurada en 1887, reconvertida en centro cultural en 2006), la sede de la Sociedad Obrera Italiana (creada por 62 inmigrantes en 1907) y el diseño de estilo colonial español de la Casa Barceló, de 1899.
La capilla Nuestra Señora de Luján -con techo a dos aguas, atrio de madera y paredes de cinc sin aberturas- remite a los pioneros llegados de Italia, que se afincaron muy cerca de Río Santiago para trabajar en la obra del nuevo puerto. Así surgió el barrio Píccola Italia, hoy conocido como Campamento.
Oscuros nubarrones desmejoran el circuito histórico en uno de sus mojones ineludibles, el deteriorado conjunto de escalinatas, columnas y balcones del Palacio Piria. Son los restos del lujoso aporte que hizo en 1910 el empresario uruguayo Palacio Piria, para que Punta Lara se transformara en un balneario de categoría.
Lejos de aquellos sueños ambiciosos, la ribera de Ensenada fue recuperada en la zona del Parque Costero La Playita con relleno, obras de parquización con especies autóctonas, luminarias led, mesas, parrillas, instalaciones deportivas y sanitarios
Desde la pérgola Stella Maris -el lugar más indicado para disfrutar de la amplia panorámica del río-, el Camino Costanero Almirante Brown se despega hacia el norte, en dirección a Boca Cerrada. En un sombrío rincón de ese paraje florece la selva marginal más austral del mundo, una reserva integral intangible poblada por ejemplares de laurel, chauchal y ceibo. Cerca de ese enclave subtropical extendido en 450 hectáreas, la parroquia Stella Maris concita la atención por su tejado a dos aguas de estilo californiano, la torre blanca del campanario, los vitrales y el arco de medio punto que corona la puerta de madera.
Alrededor del muelle de pescadores abundan los recreos, campings y clubes especializados en pesca y actividades náuticas