La Plata fue especialmente diseñada y construida para funcionar como capital de la provincia de Buenos Aires. La Ciudad de Buenos Aires fue un territorio de continua disputa entre la provincia de Buenos Aires y el resto de las provincias . Tenía el puerto, lo que le daba una gran riqueza económica.
Si la ciudad se federalizaba, los ingresos de la Aduana se debían distribuir con el resto del país. Tras la Revolución de 1880, que enfrentó a las provincias con Buenos Aires y terminó con la derrota del gobernador bonaerense Carlos Tejedor, la ciudad finalmente fue federalizada.
La provincia de Buenos Aires se quedaba así sin su ciudad más importante, y necesitaba buscar una alternativa. Dardo Rocha, quien asumió la gobernación de Buenos Aires en 1881, emprendió la búsqueda de alguna localidad dentro de la provincia que pudiera funcionar como capital. Sin embargo, el gobernador no se conformaba con ninguna. Decidió, entonces, fundar una nueva ciudad.
La elección del lugar, el Municipio de Ensenada, se debió a una serie de factores. La proximidad con la Ciudad de Buenos Aires, la existencia de un puerto y las buenas condiciones topográficas y climáticas prometían un buen lugar para canalizar allí las actividades políticas y económicas.
Como la ciudad debía ser construida prácticamente de cero, los principales edificios necesarios para la existencia de una capital aún no estaban edificados. Para diseñarlos se convocó a un concurso internacional para seleccionar los proyectos ganadores a partir de los cuales se construirían la Casa de Gobierno, la Legislatura, la Municipalidad y la Catedral.
Cualquiera que vea un mapa de La Plata notará su particular diseño: es un cuadrado perfecto, atravesado por diagonales (por esto el apodo de la “Ciudad de las diagonales”). Cada 6 cuadras se pueden encontrar bosques y plazas. Un dato curioso es que las calles, las avenidas y las diagonales llevan como nombres, números.
Existe, sin embargo, un mito que explica esta particular forma de la ciudad. Como fue planificada por miembros de la masonería argentina, algunos aseguran que estos dejaron plasmados símbolos masones en la disposición de la ciudad. Un ejemplo de esto es la ubicación de las plazas, que podría relacionarse con la ubicación de los masones dentro de una logia.
Hoy en día, algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad son la Catedral de la Inmaculada Concepción, por su increíble arquitectura, el Paseo del Bosque "René G. Favaloro", el parque más grande de la ciudad, y el Museo de Ciencias Naturales que, además de tener una gran colección de objetos, es Monumento Histórico Nacional.
La Plata está rodeada de enigmas y misterios. ¿Por los símbolos masónicos que la acompañan desde su fundación? ¿Por túneles secretos de los que todos hablan? ¿Por los enigmas que atesora la hermosa catedral? ¿Porque sigue vigente la llamada “maldición de los gobernadores”?
Hablemos de eso, por supuesto. Corramos el velo que protege los enigmas. Y hablemos también de cosas curiosas de las que nadie habló: que sirvió de inspiración para una ciudad que imaginó nada menos que Julio Verne, o, por ejemplo, que alguna vez se la pensó como capital de la Argentina o que fue la elegida por Perón y Evita para casarse por iglesia, en 1945, un año después de conocerse, en una boda casi secreta.
Vamos a contar una historia posible sobre la ciudad que se reparte entre triperos y pincharratas, (el futbol no podía estar ausente en una historia colectiva argentina) pero esa sí que es una relación difícil, apasionada y que los encadena para siempre.
Eso no es ningún misterio pero, así como otras ciudades tienen torres, monumentos, portales y estatuas que la definen, en el caso de La Plata lo que la define es un mapa ¡como si fuera el mapa del tesoro! Es el mapa que señala la cuadricula de la ciudad. El que hizo el equipo de ingenieros y arquitectos en el tablero de diseño. Es el ícono de la ciudad: el plano catastral de 1882: un cuadrado perfecto, pero donde las diagonales se cruzan formando pirámides y rombos dentro de su contorno.
¿Tiene sentido? Claro. Porque nació y creció con la estela de la masonería que llevaron como bandera los padres fundadores. La ciudad está llena de palacios y palacetes de uso público, desde la casa de Gobierno hasta los hospitales. Y todo se hizo en solo 4 años. A los dos años de vida, ya tenía 10 mil habitantes. Crecimiento explosivo. La mayoría, inmigrantes que habían bajado de los barcos. Solo mil eran argentinos.
Uno de los misterios de La Plata tiene que ver entonces con la masonería. En aquel tiempo, había muchos masones en los ámbitos de decisión. El presidente Roca era Masón, Benoit, el que diseñó la ciudad era masón. Todo aquel espíritu de avanzada, de las líneas secretas del siglo 19 tiene que ver con La Plata.
p>Cuando la ciudad cumplió 100 años, en 1982 se reabrió la Piedra Fundamental, en la plaza Moreno y aparecieron los símbolos que estaban enterrados: la escuadra y el compás, que son los símbolos masónicos. Apenas diez días después de la fundación de La Plata se creó la primera logia masónica, Luz y Verdad. De hecho, se hallaron por lo menos 9 medallas masónicas de distintas logias al descubrir la piedra fundamental.29 de los 36 profesionales que hicieron la ciudad eran miembros de la masonería
Es que 29 de los 36 profesionales que hicieron la ciudad eran miembros de la masonería. Ahora, que cosa, ¿no? Siempre se asocia a la masonería con el anticlericalismo. Sin embargo, el primer símbolo de la ciudad es la gigantesca catedral. La Plata nació grandiosa. Y cuando se inauguró, resultó tan moderna que en la Exposición Universal de París se la proclamó “La Ciudad del futuro”.
Y no fue el resultado de un poblado mínimo que después fue creciendo. No. Nació en un tablero de dibujo y es una de las pocas en el mundo que se originaron así. Muchos culparon a los masones de poner a la calle con el numero 13 en el centro mismo de la ciudad. Pero para los masones, el 13 es el número que simboliza algo bueno: la transformación de simples mortales a hombres iluminados que aprendieron a conocer los secretos de la vida.
Un escritor, Gualberto Reynal, puso, además de esta historia del 13, la llamativa reiteración del 666, a través de sumas y restas de sus calles que, como bien sabemos es “el número de la Bestia”, el anticristo en el libro del Apocalipsis.
¿Tonterías? ¿Quién lo sabe? La ciudad fue una idea de Dardo Rocha. Y un sueño secreto. ¿Y cuál era su sueño? Aspiraba a ser el próximo presidente de la Nación. Según me contó Rubén Pesci, reconocido arquitecto platense: “Él hace una triquiñuela muy interesante y para mi valiosa: diseña una gran ciudad como capital de la provincia que bien se la merecía, pero que pudiera, a la vez, ser capital de la Nación si los acontecimientos iban hacia esa dirección”.
- No tuvo muchas cosas -me dijo el arquitecto Pesci- Poca historia. Y yo, como todos, vivimos ese prejuicio de que dijeran “nacimos de la nada, esta ciudad es un invento”. Pero en cambio hoy decimos que somos únicos.
Es como Washington o Brasilia, que también fueron diseñadas. Pero el sueño de Dardo Rocha de ser presidente de la nación y de preparar una ciudad capital moderna y fastuosa a la altura del mandato que imaginaba no pudo ser. Perdió la pulseada política, porque se peleó con el presidente Roca, pero la ciudad que mandó a hacer, con sus palacios y su diseño de vanguardia lo sobrevivieron hasta hoy.
Al momento de su inauguración, solo Washington, la capital de Estados Unidos, la superaba en modernidad. Pero desde el punto del ingenio mismo, de la creatividad misma, todas las investigaciones que hemos realizado demuestran que La Plata al final del siglo 20 es la ciudad más moderna que se creó en el mundo.
Y sin embargo, la cosa empezó con un acto inaugural fallido. ¡Porque no asistió el presidente Roca, nada menos! Raro, pero su puede explicar. El 20 de septiembre de 1880, el Congreso aprobó la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que se convirtió así en capital de la República.
En febrero de 1881, Rocha es elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires. Había que determinar cuál sería la capital. Pudo haber elegido Chivilcoy o Tandil, pero hizo una fastuosa ciudad desde cero. El 19 de noviembre de 1882, era una calurosa tarde de primavera y el gobernador Dardo Rocha, un hombre de la oligarquía porteña, sumamente refinado e inteligente, colocó la piedra fundamental de la futura capital bonaerense.
El presidente Roca advirtió la amenaza a su poder. La puja política creció y en dos años, la enemistad entre Roca y Rocha era palpable. Por eso, Roca –que había sido designado padrino- no asistió a la inauguración de la ciudad, argumentando que tenía que hacer un viaje al interior del país. Las zancadillas políticas nos vienen desde lejos.
El banquete oficial fue preparado por chefs franceses y hubo sopa de tortuga tiernizada, gallina a la inglesa, puerco a la romana, pavo de York, postres de charlottes rusos café y coñac.
Desde el primer día, La Plata tuvo luz eléctrica. Cuando ninguna ciudad del país la tenía, ojo. Y agua corriente potable. Otra cosa casi milagrosa. Rubén Pesci, un notable arquitecto e historiador de la ciudad de sus desvelos, me narró no milagros, pero sí, hechos que vistos hoy son como milagrosos…
La Plata fue vanguardista desde su concepción. Fue la primera ciudad en Latinoamérica que tuvo alumbrado público, tuvo principios higienistas, donde se llevó a cabo el primer ensayo de tranvía eléctrico. Recorría ocho cuadras y al ver las chispas de los cables, la gente tenía miedo de subirse porque temía quedar electrocutada.
El evento fue iluminado con bombitas por encargo de Pedro Benoit, que fue el ingeniero que proyectó la futura ciudad, para sorprender a los concurrentes. Unas 300 personas fueron al banquete, pero unas tres mil fueron al asado popular que se sirvió en paralelo, en general, los primeros vecinos y los trabajadores que habían hecho la ciudad.
El parrillero fue el mismísimo José Hernández. Según se cuenta, trajeron 200 reses gordas desde Buenos Aires, pero entre el calor y la espera, parte de la carne se echó a perder y la que quedaba se quemó toda, con lo cual el debut del poeta no fue bueno y no hubo aplausos para el asador.
Los periodistas se hicieron una panzada con el papelón y un cronista apuntó que ni el más encarnizado enemigo de Rocha podría haberlo hecho mejor para hacerlo vivir el ridículo y “colmarlo de maldiciones”, sugiriendo que todo el acto de principio a final fue un sabotaje perpetrado por el presidente Julio Argentino Roca, al que no por nada llamaban El Zorro, por su astucia.
Continuará...