Asesinato por encargo: una profesora y un ex policía van a juicio por matar a una abogada

14-04-2022 - Por Primera Página

La noche del 22 de diciembre de 2020 Ivana M. llevó una botella de champán a la casa de Verónica Dessio, donde entre amigas y amigos celebraban su cumpleaños 49. Fue la última perversión de una seguidilla que duró meses y que llegaba, ese día, a su punto de quiebre.

Menos de 20 horas después, Dessio fue hallada muerta. Asesinada por alguien que la atacó con un cuchillo por la espalda. A traición. Plagada de heridas y fracturas, desde el cuello hasta las piernas, tal vez murió sin poder defenderse. La encontró Carolina, su ex esposa, con quien compartían un hijo y el terreno de sus dos viviendas en la calle 5 de La Plata. Carolina venía de pasar casi todo el día con Ivana M., con quien tenía una relación de amor zigzagueante, perturbadora, y que menos de dos semanas más tarde terminó detenida; acusada de ser la ideóloga de un crimen sangriento que había dejado demasiados rastros.

“Había humo, sangre y gente gritando”: desesperación y caos durante el tiroteo en los trenes

Antes de detener a la presunta autora intelectual, la DDI de La Plata dio con Jorge Antonio A., un ex policía bonaerense que, a la vista de sus familiares, se había comportado extraño los últimos días del año. Para sorpresa de todos, después de Navidad los invitó a un asado y, quizás embriagado por la comilona, contó en esa mesa que estaban festejando porque había saldado todas sus deudas de un tirón. Creyó que era un hombre libre, aliviado. Le duró poco: varios testigos lo reconocieron en la filmaciones de las cámaras de seguridad de la zona cuando bajaba de su moto y enfilaba hacia la casa de Dessio. Iba con guantes, una tarde de 30 grados de calor.

Incluso un familiar reveló a la Policía que a principios de mes una mujer les había ofrecido dinero -nunca quedó claro cuánto pero se habló de entre $ 250 mil y $ 450 mil- a cambio de matar a otra mujer, y que ellos sabían que Jorge, conocido como “Cacho”, había aceptado. Todo cerraba con lo que mostraba la escena del crimen: un encargo, nada revuelto en la casa, ningún objeto robado, un ataque que duró diez minutos. Entró, la mató y se fue.

Pero en el camino ambos sospechosos dejaron huellas. Los investigadores están convencidos de que Ivana M. y Jorge A. ejecutaron cada uno con sus roles el homicidio de Verónica. Las pruebas encontradas contra los imputados dan cuenta de una secuencia que, de comprobarse, terminó grotesca y comenzó perversa mucho tiempo antes.

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Se verá en el juicio, cuya fecha queda por confirmar después de que la fiscal de La Plata María Cecilia Corfield elevara la causa, trabajada por su colega Ana Medina, hacia el debate oral. Si quisieran, los acusados podrían pedir que sea un juicio por jurados. No parece ser el de la opinión popular el escenario que más les convenga. La carga probatoria que hay contra ellos es densa, difícil de explicar. Quizás por eso, ninguno de los dos, detenidos hace ya 15 meses, declaró para defenderse. Guardan un silencio que tal vez se quiebre recién en el juicio.

La hipótesis de los investigadores planteada en el expediente desarrolla una historia de celos, manipulaciones, secretos y complicidades que inicia Ivana M. muchos meses antes del 23 de diciembre, cuando se propone sacar del juego de la vida a Verónica, generadora de todo su rencor y su inseguridad por ser la ex pareja y legítima esposa de Carolina Pérez, a quien la presunta criminal amaba demencialmente.

Dessio, abogada, y Pérez, psicóloga, fueron pioneras en el matrimonio igualitario. Se casaron en 2010, un mes antes de que se sancionara la ley, gracias a un recurso de amparo. Tuvieron un hijo y se separaron nueve años más tarde. Después, Carolina conoció a Ivana y Verónica, a Patricia.

A la nueva novia de Pérez nunca le gustó la buena onda que mantenía, pese a la separación, el antiguo matrimonio. Dessio lo supo por Carolina y desde el principio se sintió perturbada por la personalidad y la forma de portarse de Ivana, según declaró su psicóloga ante los investigadores. Ivana fue capaz, en ese tiempo, de llamar a Patricia para hablarle mal de Verónica y de decirle a Verónica y a Carolina que Patricia -quien para su suerte había guardado registro de todo- la había llamado para hablarle mal de ellas.

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La pesadilla para Verónica comenzó tiempo antes de morir cuando alguien entró y robó miles de dólares de la caja fuerte empotrada en una pared, que Dessio había ahorrado a lo largo de su carrera como empleada en la Suprema Corte de Justicia Bonaerense. Solo Carolina sabía de esa caja fuerte en un monoambiente de La Plata. El hecho le partió la economía y la confianza. Así surgió la chance de que Verónica se hiciera su casa en el quincho de la vivienda donde habían compartido tantos años juntas, y donde todavía residía Carolina, en la calle 5.

Sorpresivamente para todos, Ivana, profesora de educación física y fisioterapeuta, apoyó la idea, las motivó a hacerlo e incluso ayudó en las obras de refacción del quincho devenido en hogar. Para la fiscal Corfield, “el hecho de ‘ayudar’ a la víctima a acondicionar el lugar para que ésta se fuera a vivir a esa morada formó parte del plan macabro ideado por la sindicada”. Según la hipótesis, de esa forma la sospechosa consiguió acceso detallado a la vida de Verónica, a parte de su privacidad, sus tiempos y movimientos. “Ivana conocía bien ese quincho”, aportó un testigo en la causa.

En un momento de esos meses, consecuencia de los celos irrefrenables de Ivana, Carolina decidió cortar la relación de pareja con ella pero no pudo -o no quiso- terminar con el vínculo, a pesar de las escenas que tenía que soportar y las manipulaciones, no sólo a ella sino a los amigos en común de Pérez y Dessio, como había ocurrido con Patricia. Además de otros hechos extraños, principalmente un accidente vial en el camino hacia San Martín de los Andes.

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Sucedió meses antes del crimen, Ivana y Carolina volcaron en la camioneta mientras viajaban por la Patagonia. Ivana, que conducía, salió ilesa. Pérez quedó atrapada y su novia la rescató tras romper a piñas la ventanilla. Sufrió graves lesiones en la columna y su recuperación la hizo en la casa de Ivana. Hasta que Carolina pidió a Verónica que la rescate y la lleve a su propia casa. “Se sentía sobrecuidada o atosigada en la casa de Ivana”, declaró un testigo amigo de la pareja.

Poco después, cuando Pérez dejó de hablarle a Ivana, esta la volvió a instalar en su vida cuando le contó que su perro tenía cáncer. Carolina regresó para acompañarla en las intervenciones al can, que aun hoy en 2022 está vivito y coleando. “Estimo que fue para atraer lógicamente a Caro”, reflexionó ante la justicia un amigo de ellas.

Es como que Ivana quería abarcar todo el espacio. Yo el primer año de mi relación con Ivana, estuve aislada de mis amigos. Siempre evitando estar en una reunión con Verónica porque a Ivana le molestaba o le dolía, y yo no la quería molestar o que ella se ponga mal. Empecé a sentir rechazo a la híper presencia de Ivana. Ella quería convivir y yo no. Dejaba sus cosas en mi casa. Yo había convivido 17 años con Vero y no quería volver a convivir. Ivana quería armar el hogar, la convivencia. Me habló de tener un hijo, incluso cuando comenzamos nuestra relación o al mes de haberla conocido”, declaró bajo juramento Pérez, y detalló:

Había cosas de Ivana que no me gustaban, como por ejemplo de hacer una denuncia falsa para estafar al seguro, con cuatro ruedas. Ella tenía una manera de pensar que para mí no era natural

p>Las fiscales creen que exactamente en agosto de 2020 Ivana M. comenzó a planificar el asesinato de Verónica. La investigación comprobó que en ese tiempo la acusada compró un teléfono celular desde donde se hacía pasar por una tal Rosana (según declararon Pérez y otra testigo, la cantante favorita de la acusada es la española Rosana). Y con ese aparato se contactó en diciembre con Cacho y su yerno, conocido como El Gringo, para ofrecerles el crimen por encargo.

Paralelamente, Verónica no sólo sufrió el robo de los dólares sino que alguien le clonó el teléfono. “Ella pensaba que esto lo pudo haber hecho una persona allegada a Ivana”, declaró una amiga de la víctima, lo que a las fiscales les hizo pensar que así, justamente, Ivana seguía minuto a minuto las conversaciones entre la víctima y Carolina Perez. Verónica sospechó que “esto le traería problemas por los celos”, agregó la testigo. Sobre el robo, en el entorno de la víctima ahora se preguntan:

¿No habrá pagado la muerte de Verónica con los ahorros que le robaron?

Para las investigadoras, Ivana M. confeccionó detalladamente su plan y se valió de saber los horarios y movimientos de Dessio para aportarle información concreta al sicario. Si bien no tienen pruebas, algunas cuestiones relacionadas al entorno de Ivana y de “Cacho” no les cierran. Algunos roles. Según declararon dos testigos allegados al presunto autor material del crimen, la mujer llegó un día en bicicleta a su casa y le ofreció “un trabajo” que consistía en “limpiar a una mujer”. Que él lo rechazó pero que luego la vio hablando con “Cacho”.

Unos días más tarde, su cuñado, que también confirmó esta versión ante la Justicia, le dijo que Jorge se había mandado una “macana”. Incluso declaró que en esos días de diciembre le llamó la atención que “de un día para el otro compró un asado para la familia y nos contó que había pagado las deudas que tenía con un prestamista”. Esos testigos identificaron a la mujer en la rueda de reconocimiento: señalaron a Ivana.

La autora intelectual, según la hipótesis investigativa, preparó todo para que el asesino pudiera entrar sin cruzarse con otra persona más que la víctima. Ella no sólo sabía que después de las tres de la tarde Carolina se iría al médico, sino que le insistió para acompañarla y lo hizo. De allí se aseguró que no volviera a la casa de la calle 5, la invitó a ir a buscar a su hijo a lo de un amigo, a que merendaran juntos y luego cenaran empanadas los tres.

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Jorge A. llegó en su moto a la casa de Dessio, a quien no conocía personalmente. La estacionó a la vuelta. Se quedó en la puerta y esperó que se fuera Pérez. Entró a la casa y dejó el portón entreabierto. Eso llamó la atención de al menos dos vecinos que declararon ante las fiscales que fue raro ver el “portón abierto con espacio para que pase una persona”. Lo mismo declaró un herrero que debía ir a trabajar a la casa de Dessio. Llegó, nadie le respondió, vio que el portón estaba así y se fue.

El ataque se produjo tomándola por detrás, de manera abrupta y traicionera”, consideran las fiscales. La detención del autor material se dio días después de identificarlo en las cámaras de seguridad. Lo agarraron a bordo de la misma moto con la que llegó a lo de Dessio. En su casa secuestraron una gorra de idénticas características a la que se observa en las cámaras que tenía puesta el día del crimen y los guantes con los que absurdamente se movió antes de asesinar a Verónica.

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Además la Justicia secuestró del negocio de un zapatero del barrio un par de sandalias que el sospechoso dejó “para arreglar” tres días después del crimen, y que son las que llevaba puestas el 23 de diciembre. En una de estas detectaron una mancha de sangre humana. La pericia de ADN para cotejar si pertenecía Dessio está demorada y el resultado no llegó antes del requerimiento de elevación a juicio. A pesar de la enorme cantidad de pruebas en su contra, ese podría ser el dato fatal para el sospechoso, si se confirma que la sangre es de la mujer asesinada.

Al momento de ser detenido, el presunto autor del crimen presentaba lesiones en el antebrazo derecho y en el muslo izquierdo, producidas, según los peritos médicos “cuanto menos 48 a 72 horas previas al análisis médico”. La situación del hombre, de 59 años, parece ir camino a la condena. El día de la detención, según se comprobó en pericias a su teléfono, el sospechoso le escribió a su hija: “Los del auto están acá frente de casa”; “Los d la ddi”; “No digas nada ni. x. mjs por q pueden intervenir los celulares”.

La situación de la mujer, también. Tanto él como Ivana M. están acusados del delito de homicidio doblemente agravado por su comisión con alevosía y por precio. De ser hallados culpables podrían ser condenados a prisión perpetua. Tanto el teléfono de “Cacho” como el de su yerno registran decenas de llamados y mensajes entre noviembre y diciembre de 2020 con “Rosana”, el teléfono paralelo que habría usado la mujer para contratar a los sicarios: una línea que llamativamente estaba a nombre de Verónica Dessio y en la que, además, se encontraron búsquedas en Google relacionadas a cómo matar o envenenar a una persona.

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Las investigadoras creen que M. lo hizo así para generar la idea de que la que estaba “en algo raro” era la víctima. No es el único indicio. Cuando la noche del 23 de diciembre Carolina vuelve a la casa, lo hace acompañada por Ivana, quien le insistió en ir con ella dada la preocupación que tenía Pérez, ya que Dessio no respondía los mensajes desde la tarde. Eso le permitió a la sospechosa estar en el momento del hallazgo del cadáver y de la llegada de la Policía Científica. Es decir, de acceder a la escena del crimen.

En el velatorio de Verónica, varios testigos aseguraron en la causa, y también a Infobae, que Ivana mostraba fotos que había sacado en los momentos en que estaba la Policía con preservativos. “Ivana intentó instalar que Vero salía con hombres mostrando las fotos de esos preservativos a gente que estaba llorando por su muerte. Con una falta de empatía total”, contó una amiga que declaró en la causa.

Esa misma persona reveló que la mañana siguiente al crimen, en el entierro de Dessio, Ivana se le sentó al lado. “Y le pregunto qué podía haber sucedido, quién la podía odiar tanto para hacer una cosas así. Y ella me contesta que la notaba rara a Vero en el último tiempo, y me cuenta la cantidad de contactos que tenía en Facebook, como que Vero estaba en algo turbio, como que salía con mucha gente, hasta que en un momento me dice muy tranquilamente: ‘Yo lo que más lamento, son las paredes manchadas con sangre, luego de tanto trabajo.” Fuente: infobae.com