Después de un año en el que muchos útiles del 2020 quedaron flamantes, comprar los indispensables y reponer uniformes y calzados que hayan quedado chicos, costará entre un 35 y un 50 por ciento más caro que el año pasado, de acuerdo a un relevamiento.
En la mayoría de los negocios de indumentaria escolar cuentan con un stock importante, a raíz de que el año pasado la cuarentena se dispuso en un momento que para el rubro es temporada alta. Sin embargo, las prendas que deban reponerse deberán ajustarse al aumento que experimentó la industria textil que trabaja con algunos componentes importados.
Alberto Peroni, con experiencia en la confección y venta de uniformes escolares, reconoció que este año no hubo producción, no fue necesario.
“Nuestro comercio recién está abriendo entre las 9 y las 13 para ver qué pasa y la verdad que no pasa mucho porque todo está sujeto a la situación epidemiológica, a ver si empiezan o no las clases”, apuntó el comerciante.
En su caso, la principal actividad que tuvo el año fue coordinar un grupo solidario que confeccionó tapabocas e indumentaria para el personal de salud que se donó a centros asistenciales y entidades comunitarias.
Peroni sostuvo que, de acuerdo a los nuevos costos, está reviendo los precios del año pasado y que deberá aplicarle a las prendas escolares entre un 30 y un 40 por ciento de aumento.
“El sector de venta de uniformes está entre los más golpeados, junto con el turismo, las casas de alquiler de vajillas para fiestas y otros que no pudieron abrir durante la pandemia”, dijo el comerciante y recordó que él pasó 10 meses con el local cerrado.
A modo de referencia informó que, por ejemplo, una chomba costará $1.400, en una cifra similar se venderán las camisas; las polleras rondarán los $1.900; un short $900 y los pintores $1.300. Vale aclarar que esos precios son de contado.
Daniel Iglesias López, presidente de la Cámara Argentina de Papelerías, Librerías y Afines -CAPLA-, también estimó que este año los útiles costarán entre un 30 y un 40 por ciento más caros, pero remarcó que muchos elementos escolares quedaron sin uso desde el año pasado.
“En el rubro librería, hoy por hoy poner un chico en la escuela cuesta alrededor de mil pesos; nada en comparación a lo que cuesta un par de zapatos o la ropa que tal vez haya quedado chica”, apuntó el dirigente.
Es que a raíz de las clases virtuales quedaron sin usarse carpetas, cartucheras, mochilas, útiles que se encuentran entre los más caros y que este año las familias se salvarán de comprar.
Para graficar por qué no es tan caro proveer a los estudiantes de los elementos que más usan, Iglesias López enumeró que, por ejemplo, un lápiz negro de primera marca cuesta $25; 12 lápices de colores, $149; un cuaderno tapa dura forrado, $139; 12 marcadores, $99; un bolígrafo, $35 y un conjunto de geometría, $100.
“Todo lo que es fabricación nacional tuvo sus precios más contenidos, los artículos importados se movieron al ritmo del dólar”, agregó el comerciante.
En su librería, al igual que en otras de la Ciudad, para esta época del año ya se trabajaba con las listas de útiles solicitados por las escuelas, algo que por estos días es inexistente.
“Hoy el panorama es negro, muy preocupante, en ningún lugar del mundo las escuelas estuvieron cerradas todo un año, eso va a tener consecuencias impensadas en un país en el que el 60 por ciento de los menores de 14 años es pobre y la escuela es un espacio de contención”, agregó.
En relación a la situación de las librerías durante la pandemia, Iglesias López consignó que si bien la mayoría son emprendimientos familiares o con pocos empleados, algunas se vieron obligadas a reconvertirse y las que vendieron sus productos con un margen del 30 por ciento, sufrieron la pérdida de su stock porque no pudieron reponer a raíz de los nuevos costos, en suma, se achicaron.