Ayer domingo se conmemoraron 32 años desde que una bomba devastó la esquina de Suipacha y Arroyo en Buenos Aires, cobrando la vida de veintidós personas e hiriendo a otras doscientas.
El blanco del ataque fue la Embajada de Israel, un acto de terror que dejó una marca indeleble en la historia del país y rejuvenece el clamor por justicia.
En julio de 2022, el Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales de Israel presentó un dossier revelador sobre el atentado, destacando que el régimen iraní y la organización Hezbollah fueron los únicos responsables.
Se confirmó que la infraestructura del ataque se gestó en Argentina y Brasil desde 1988, y se identificó a todos los implicados con nombre, apellido y fotografía.
Este informe esclarecedor reavivó la discusión sobre el caso, y medios como Vis a Vis profundizaron en las implicaciones del grupo terrorista Hezbollah y el régimen iraní en el atentado.
Con testimonios de sobrevivientes y familiares de las víctimas, se destacó la falta de justicia y la necesidad de encontrar a los culpables.
El recuerdo del 17 de marzo de 1992 sigue vivo en la memoria colectiva de Argentina y del mundo.
A pesar de los años transcurridos, el reclamo por verdad y justicia persiste, alimentado por el deseo de honrar a las víctimas y asegurar que tragedias como esta nunca vuelvan a repetirse.