La noche fresca y húmeda del día del inicio de la primavera, oscureció los corazones de los Tolosanos que acudieron a orillas de las vías en la esquina de 1 y 529, poco antes de las 21 horas, para saber qué había pasado que se detuvo bruscamente el tren que iba desde La Plata a Constitución. Luego llegaron una ambulancia y varios patrulleros.

Médicos y policías con caras de dolor y en conmoción. Un motorman que no paraba de contar su versión de los hechos padecidos minutos antes, todavía impactado y al borde de las lágrimas: Vio a un hombre caminando perdidamente junto a las vías, le hizo señas de todo tipo, bajó la velocidad todo lo que pudo y pensó en sus seres queridos, pero el caminante no sólo no se alejó de los rieles, sino que al paso lento del tren en plena frenada, se arrojó debajo y murió en el acto.

La víctima, que tendría unos treinta y pico años de vida (no se estableció aún) estaba vestido con zapatillas, un pantalón deportivo, un buzo de polar azul y una campera de color gris. Una hora después partió la morguera con el cadáver, pero quedaron los policías de la Científica tomando pruebas y los vecinos comentando la cantidad enorme de hechos como este que suceden allí, en esa zona, con más habitualidad que lo que muchos imaginan. La muerte y las vías, una horrible pareja que sigue sobrevolando Tolosa; habitan allí desde tiempos inmemoriales.