La interna descarnada de la UOCRA La Plata arde más que el volcán de La Palma y hoy no fue un día más en el derrame iracundo de lava gremial al que nos somete el sindicato de los trabajadores de construcción desde hace tiempo, mucho tiempo ya.
p>El primer día de la semana se despachó con una movilización del sector del clan Medina, que se reunió en el histórico camping de Punta Lara, ubicado frente al legendario Palacio Piria, para luego manifestarse en la rotonda de la autopista, en 120 y 32.
Como respuesta a este evento masivo con olor a Pata, el espacio que responde a Iván Tobar anunciaba una peligrosísima y osada movida que incluía marcha y escrache a las casas de Juan Pablo y Cristian Medina, ubicadas en Villa del Plata (Punta Lara) y Villa Tranquila (Ensenada).
El choque de facciones parecía inevitable e inminente. “Preparen las ambulancias”, gritaban al unísono las autoridades policiales y políticas, que imaginaban un verdadero apocalipsis en las calles y rutas del partido de Ensenada, escenario central de “la madre de todas las batallas”.
Pero al revés de lo pensado, el agua no llegó al río (aunque Ensenada y Punta Lara se recuestan sobre él). El sector de Tobar levantó la movilización con un video duro, pero evitando inteligentemente el choque cuerpo a cuerpo. Los del Pata se movilizaron pacíficamente y al mediodía, con todas las cartas sobre la mesa y el pasaporte vencido, renunció el impresentable interventor de la UOCRA local, César Trujillo.
El marplatense fue enviado a La Plata para pacificar la regional por el eterno líder nacional de los albañiles, Gerardo “yo soy oficialista, qué culpa tengo que cambien de color los presidentes” Martínez, pero no cumplió ni el 1% de su misión. Empeoró las cosas y transformó a la capital bonaerense en un polvorín de imprevisibles consecuencias.
Ahora resta esperar que alguien ilumine la oscura mente de Martínez, más preocupado por los negocios que por conducir los destinos borrascosos de su entidad gremial, para encontrar una persona con la suficiente habilidad política y capacidad intelectual como para encarrilar una seccional que se parece mucho al auto de Thelma y Louise en el tramo final de la película, acelerando a fondo hacia el precipicio.