Cosquín Rock en llamas: gravísimas denuncias de maltrato laboral
El Cosquín Rock 2025 se convirtió en un escenario donde las críticas políticas hacia el presidente Javier Milei dominaron los discursos de los artistas.
Sin embargo, en contraste, emergieron denuncias preocupantes sobre las condiciones laborales de los trabajadores del evento, las cuales fueron ampliamente ignoradas por los mismos músicos que se autoproclaman defensores de los derechos sociales.
Según informes, empleados contratados a través de consultoras como "Salespower S.A.", "Nexo Group" y "Consultores de Empresas" enfrentaron jornadas extenuantes que se extendían desde las 8 AM hasta las 3 AM del día siguiente, sin descansos adecuados ni condiciones dignas de trabajo.
Uno de los testimonios más alarmantes relata cómo los trabajadores fueron abandonados bajo la lluvia durante horas sin asignación de puesto y sin medidas de seguridad apropiadas.
En un incidente, una garrafa estuvo a punto de explotar en la zona de atención y cocina, y los empleados, lejos de recibir asistencia, fueron amenazados con no cobrar su salario si abandonaban sus puestos.
Además, se reportó una grave falta de provisiones básicas: la mayoría de los trabajadores no recibió alimentos ni bebidas hasta pasadas las 18:30 horas, y contaban con apenas dos baños químicos para cien personas, sin acceso a agua potable.
El transporte prometido para regresar a Córdoba tampoco se materializó en el horario pautado, obligando a los empleados a esperar hasta altas horas de la madrugada.
Mientras estos abusos ocurrían tras bambalinas, en el escenario principal varios artistas dirigían sus críticas hacia el presidente Milei.
Emiliano Brancciari, líder de No Te Va Gustar, dedicó su presentación a artistas como María Becerra, Lali Espósito y Milo J, repudiando los agravios y la censura hacia la cultura por parte del gobierno.
Resulta paradójico que, mientras los músicos utilizaban su plataforma para expresar descontento político, guardaran silencio ante las condiciones inhumanas que enfrentaban quienes hacían posible el festival.
Esta omisión pone en entredicho la autenticidad de sus discursos sobre justicia social y derechos laborales, sugiriendo una agenda más ideológica que una verdadera preocupación por el bienestar de las personas.
El Cosquín Rock 2025, lejos de ser una celebración del rock y la cultura, quedó marcado por la precariedad laboral y la hipocresía de aquellos que, teniendo la voz y la influencia para denunciar injusticias, optaron por ignorar las denuncias de maltrato en su propio entorno.