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En 2023, un choclo en las playas de Mar del Plata costaba 600 pesos.
En 2024, el precio subió a 3 mil pesos. Aunque debido a la falta de ventas, los vendedores tuvieron que ajustar el precio a 2.500 pesos.
Para la temporada 2025, se ha fijado un precio uniforme de 5 mil pesos por choclo.
Este valor resulta alevoso, considerando que con esa misma suma (5 lucas) se podrían adquirir hasta 20 choclos en una verdulería de la ciudad.
"La venta viene muy floja, esperemos que ahora en enero levante", comentó uno de los vendedores ambulantes.
Este precio, aunque alto, refleja las dificultades económicas y las expectativas del sector frente a una temporada marcada por el turismo de bajo consumo.
"Ayer compré un kilo de choclos por 1.500 pesos, vinieron 5 choclos medianos y me quieren cobrar uno por 5 mil pesos, están locos. Que se los metan en algún lugar donde nadie los vea", sentenció Gisela, porteña, que junto a su hijo Vito pasa las vacaciones en las playas de Punta Mogotes.
"En una verdulería cara, 3 choclos grandes me costaron 1.800 pesos, se quieren aprovechar de la gente", agregó Analía, que vive en el interior de PBA.
"Un almuerzo en el Balneario 12, con gaseosa y un plato caliente y abundante, cuesta alrededor de 10 mil pesos y te diría que pueden llegar a comer 2 si comparten y acá te dan dos choclos, con un margarina de dudosa procedencia", indicó Martín.
El verano de 2025 se perfila como histórico para el turismo argentino en Brasil. Gracias a un tipo de cambio favorable sin precedentes desde 1999, las playas brasileñas esperan una “avalancha” de turistas argentinos. La combinación de un real devaluado y un peso argentino fortalecido, crea un escenario único que promete romper récords de visitantes y consumo.
En 2024, el peso argentino se apreció un 40% frente al dólar, mientras que el real brasileño perdió un 21,82% de su valor. Esta brecha cambiaria ha transformado a Brasil en un destino más accesible que las playas argentinas. Un estudio de la Fundación EcoSur revela que "unas vacaciones de dos semanas en Mar del Plata cuestan el doble que en Río de Janeiro", generando un éxodo masivo hacia el país vecino.
Una argentina que viajará con su familia a Santa Catarina, lo resume así: “Siempre hemos ido a Brasil con gastos ajustados, pero este año vamos a disfrutar sin medir tanto”. Como ella, miles de argentinos aprovechan la coyuntura para planificar viajes más largos y con mayor consumo.
En 2023, los argentinos representaron el 32% del total de extranjeros en Brasil, triplicando a los estadounidenses. Este año, se espera que esta cifra aumente un 50%, superando el récord de 2,6 millones de visitantes de 2017. Aerolíneas y empresas de transporte han respondido con un aumento del 30% en los vuelos y un crecimiento del 70% en el turismo terrestre hacia la costa de Santa Catarina.
Las búsquedas de destinos brasileños crecieron un 500% en 2024. Las playas de Florianópolis y Río de Janeiro lideran las preferencias, atrayendo tanto a familias como a jóvenes que buscan experiencias más asequibles y completas.
Los argentinos no solo llenan hoteles y playas, también regresan cargados de compras. Desde ropa hasta electrodomésticos, se espera un regreso del fenómeno “dame dos”, característico de las épocas de mayor bonanza. En 2017, el gasto argentino en Brasil alcanzó los US$ 1.600 millones. Este año, los analistas prevén superar esta cifra, especialmente en reales, tras la devaluación.
Otra mujer argentina, que viajará con su familia en auto, explica: “Brasil es más barato en todo sentido: comida, alquileres y ocio. Además, podemos movernos con el auto, lo que lo hace mucho más conveniente”.
Mientras tanto, la costa argentina enfrenta una caída significativa en la ocupación hotelera, que apenas supera el 50%. La duplicación de precios en dólares ha alejado a muchos turistas nacionales. Esta fuga de turistas genera preocupación entre los empresarios locales, que ven cómo Brasil se convierte en el destino preferido.
En resumen, el verano de 2025 promete consolidar a Brasil como el epicentro del turismo argentino. Las condiciones económicas, sumadas a la logística favorable, han creado un fenómeno sin precedentes que marcará un antes y un después en las estadísticas turísticas de ambos países.