En la actualidad, los relojes inteligentes se han convertido en un accesorio indispensable para miles de personas, ofreciendo funciones que van desde el monitoreo de la actividad física hasta el control de la música. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Environmental Science & Technology Letters alerta sobre un riesgo inesperado: la toxicidad de algunas pulseras inteligentes.

Investigadores de la Universidad de Notre Dame han descubierto que ciertos modelos, especialmente aquellos fabricados con fluoroelastómero, contienen altas concentraciones de sustancias químicas perfluoradas (PFAS). Estas sustancias, conocidas por su resistencia a la degradación natural, son potencialmente peligrosas para la salud humana y están asociadas con enfermedades como algunos tipos de cáncer.

El problema se intensifica debido a que la sudoración, común durante el ejercicio, facilita la absorción de estos compuestos a través de la piel. El ácido perfluorohexanoico (PFHxA), presente en las pulseras, puede acumularse en la sangre y generar efectos adversos en el hígado, las glándulas endocrinas y el sistema sanguíneo.

Aunque se necesita más investigación para evaluar completamente los riesgos, los expertos recomiendan cambiar las pulseras fabricadas con fluoroelastómero por opciones más seguras, como las de silicona. Al momento de adquirir un smartwatch, es esencial revisar la composición del material en el sitio web del fabricante, algo que podría marcar la diferencia entre la salud y el riesgo.

La tecnología debe ser segura, y es nuestra responsabilidad como consumidores asegurarnos de que el futuro no se nos imponga a costa de nuestra salud.