Quién es Esteban Trebucq, el pelado mufa y mala leche al que odian en HOY, Crónica TV, A24 y LN+

Sin formación profesional, con bajísima calidad periodística y humana, carente códigos y odiado por el 95% de sus ex compañeros de los medios por los que pasó (HOY, Río, Crónica TV, A24 y LN+), el periotrucho Esteban Trebucq, un "mufa" de aquellos, se aferra a su obscena relación con Javier Milei para seguir cosechando desprecio entre sus pares.

23-02-2025 - Por Primera Página

Quién es Esteban Trebucq, el pelado mufa y mala leche al que odian en HOY, Crónica TV, A24 y LN+

Radicado en Gorina, una coqueta localidad del norte del partido de La Plata, y separado a los pocos años de haberse juntado con la madre de sus hijas, Esteban “T no deja de sorprender a decenas de colegas de su ciudad por haber llegado tan lejos a la pantalla chica en los medios nacionales.

Muchos lo recuerdan como el “mala leche” jefe de Interés General del diario Hoy de La Plata, que hacía padecer a sus súbditos a riesgo de hacerlos echar si no escribían como a él le gustaba, durante los primeros años del nuevo milenio.

Ex jugador de rugby aficionado y ferviente defensor de una corriente política de Estudiantes que ya expiró, y que tuvo a los hermanos Allan siendo socios de Julio Santiago Alegre y sus negocios con Café Cabrales, el apellido de Esteban pasó a ser literalmente innombrable para sus compañeros de trabajo, ya que decían que al mencionarlo se rompía algo y daba “mala suerte”.

En el año 2005, ET fue el impulsor de la intervención de una de las secciones más taquilleras del diario Hoy, por involucrarse en su fanatismo con el club Estudiantes de La Plata en lugares en los que ya no tenía injerencia, porque había pasado de sección dentro del mismo diario.

Dos años después, amenazó y tomó del cuello a un compañero, el querido periodista político Gustavo Block, quien luego hizo carrera en la Agencia NOVA y otros medios platenses. 

Sin haberse recibido de periodista ni haber pasado por ninguna escuela de periodismo anteriormente, Esteban T. se inventó una carrera de la mano de dos mujeres: Myriam Balcedo hija y Myriam Balcedo madre.

De esta última se fue distanciado en el 2008 y trabajó algunos años como conductor de la FM Cadena Río, propiedad del ventajero abogado Mario Baudry, quien primero conquistó a la hermana de Marcelo Balcedo (una reconocida empresaria de medios en La Plata) y luego la dejó por la ex pareja de Maradona, Verónica Ojeda.

Entre el 2008 y el 2019, ET pasó por varias facetas: desde la conducción de un programa al que pocos escuchaban, hasta improvisar como standapero en un bar de 5 y 46, en pleno microcentro de La Plata.

Allí fue cuando pulió su oratoria, ya que se la pasaba horas y horas hablando solo ante un reducido número de personas que lo escuchaban desde las mesas de aquel bar que ya no existe.

Un día apareció como columnista de Crónica TV y a muchos les llamó la atención. De allí en más sacó a relucir los mismos dotes de trepador que había usado a finales de los ’90, para quedarse con la conducción de un programa de televisión.

Luego pasó al novel canal macrista LN+ y empezó a acercarse al actual presidente argentino Javier Milei, a quien hoy defiende como un hermanito menor al que le entregó su poca credibilidad periodística. Hoy su carrera depende del futuro del gobierno.


Daría la sensación de que “ET” se termina cuando finalice el gobierno de Milei.


Pero en La Plata, en sus orígenes, como en los medios de CABA, cuesta encontrar personas o compañeros que hablen bien de él. Más bien todo lo contrario, se tocan un testículo o el seno izquierdo cada vez que se lo menciona, porque saben que tarde o temprano se romperá un jarrón, caerá un rayo del cielo o se te puede pinchar una goma del auto.


La vida de ET


En una entrevista íntima que ET entregó a fm1053.com.ar cuyo título es Esteban Trebucq: “Pude entender que papá se escapara con otra mujer, pero jamás perdonaré su abandono”, el periotrucho muestra como nunca su vida privada. A continuación la nota completa:

Estaba al aire cuando le avisaron que su padre había muerto. Y no lo avergüenza decir que por ese “imperioso sentido profesional”, que lo mantuvo absorto en su métier, siguió la transmisión de su programa hasta el final.

No lo tomé como un hecho relevante”, apunta. Después de todo, “era algo que tenía que pasar”. Llegó al funeral con la obligación en sus hombros y una ofrenda en el bolsillo.

A solas, y entre tanto de esas pocas palabras que agrietaban años de ausencias y distancias, sacó el pin del escudo de Estudiantes de La Plata y lo prendió en la solapa del traje de Rubén, “siempre, de saco y corbata”.

Así lo recordaba. “Le dije: ‘Gracias por hacerme de Estudiantes’: Y me fui”, cuenta Esteban Marcos Trebucq (48) en esta charla en la que, algo más de seis años y varias reflexiones después, da cuenta de una influencia tan inmensa que ha sabido definirlo en las canchas, en la profesión y hasta frente a sus hijas.

Esteban Trebucq junto a su padre, el Dr. Rubén Trebucq (médico veterinario), el día de su Primera Comunión.


“Papá fue un pésimo padre, pero era muy inteligente y si de algo se encargó fue de inculcarme la curiosidad intelectual. Ese gusto por el conocimiento, por la búsqueda y la duda, que, finalmente, son condiciones primeras del periodismo”, deduce. “Si le preguntabas qué negocio le hubiese gustado tener, respondía sin pensar: ‘¡Una librería!’.

Siempre nos decía: ‘Hay que ser buen amigo del bibliotecario’. Así fue como nos hizo tan lectores. Tan libreros”, recuerda. Todavía asegura sentir el apretón de su mano de camino al jardín, “mientras jugábamos a decir las capitales del Mundo. Una rutina diaria muy de nosotros dos”.

Porque a los 5, el Pela ya diferenciaba banderas de países, una fascinación descubierta entre las páginas de la Enciclopedia Sopena Universal, diez tomos que, en la biblioteca de aquel PH de Meridiano V, aún hoy siguen acompañando a “otros mil libros de todo lo que te imagines”. Legado que suele tomar matices de proeza al considerar que “mi viejo ha sido la síntesis de la superación del argentino de clase baja”.

Esteban Trebucq cuando era un bebé.


Rubén nació en un paraje chascomusense “tan perdido” que los más viejos solían contar que por ahí, alguna vez, había pasado un tren que intentaba mitigar la inevitable agonía de su campo“.

Eran tan pobres que mi abuela Marta, después de cada baño, debía envolverse en una sábana si su único vestido aún no se secaba “, relata Trebucq. “Y tanto anhelaban que papá tuviese la educación que ellos habían resignado, que lo enviaron a vivir a casa una tía en la esquina de 55 y 26, en La Plata”.

Ni el inmenso dolor del desarraigo pudo hacerlos desistir de esa cruzada por un futuro. Así, del Manuel Belgrano (estatal), “y gracias a una beca alcanzada con méritos de sobra e insistencia de su padre”, pasó al Estrada, instituto hoy dependiente de la Universidad Católica de esa ciudad.

Tardaría cuatro años y monedas en alzar el título de Médico Veterinario luego de rendir tres finales en un mismo día, “y todos con diez”. Así se graduó en la UBA, con Honores y “decidido a consagrar su vida a la educación pública”, dice con orgullo que quiebra.

Esteban Trebucq junto a sus padres, Rubén y Ana María Díaz.


Lo recuerda “impecable en su traje riguroso bajo el guardapolvo blanco”, cuando de muy niño espiar sus clases de Sueros y Vacunas en los laboratorios de la Universidad Nacional de La Plata era todo un plan.

“En esas aulas gigantes, tan heladas y en silencio de respeto sepulcral”, describe con ojos de aquel chiquito. Porque Rubén, “un tipo conservador, liberal (al punto de no haber querido colegiarse en el 72) y tan acérrimo antiperonista como yo”, eso inspiraba en un dictado con suma “firmeza”.

Como así también lo hacía, simultánea e incansablemente, en la Universidad Nacional de Rosario y en la Facultad de General Pico (La Pampa), “en itinerarios que lo obligaban a dormir solo en los bondis, porque había que llegar a fin de mes”. Pero al crecer un “mazazo” inesperado demolería de un golpe, certero y definitivo, toda idealización.

Esteban Trebucq (margen inferior izquierdo) junto a sus padres, Rubén y Ana María Díaz, y sus hermanos, Matías, Luján (la cumpleañera) y Natalia.


Ya había cumplido 9 cuando su padre se enamoró de otra mujer. “Algo por lo que jamás pude condenarlo. Es más, como hombre, hasta logro entenderlo.

Al fin y al cabo nadie maneja ese tipo de cuestiones”, explica. “A mí lo que me jodió fue el abandono. Haberse olvidado de sus cuatro hijos me resultó imperdonable. Nunca volvió a tomar el rol de papá presente. Y mucho menos el de sostén económico.

Se borró por completo, dejando a mamá en una situación por demás angustiante”, relata. Ana María Díaz (74), “mi gran inspiradora”, procuraba el mango más allá de sus horas de trabajo como empleada pública.

“Ella sabía encontrar instantes para venirse hasta Almagro, donde buscaba ropa usada que vender en los pasillos de los Ministerios. Siempre en el intento de evitar privarnos de la mejor educación que pudiese pagar”, dice conmovido respecto del Colegio San José y del Nuestra Señora de la Misericordia, “al que también fuera Cristina Fernández de Kirchner (71)”, apunta.

“Todavía recuerdo los desesperados llamados de la Hermana Yolanda reclamando el pago de la deuda… ¡Pero no había guita! Yo creo que hasta el día de hoy debemos varias cuotas”.

Esteban Trebucq, fiel compañero de Ana María Díaz, su madre, junto a dos de sus tres hermanos, Matías y Luján


Entre tanto iban acomodándose esos nuevos hábitos (“como el de compartir zapatillas de Educación Física con mi hermano”), se sucedían los irremediables pases a las escuelas públicas (por las que no deja de demostrar gratitud) y fantasías como las de unas vacaciones en la playa caían en el rincón de lo imposible, Trebucq tejía otro modo de vínculo con su madre.

“Ella se apoyaba mucho en mí. Sin dudas la ausencia de papá, y más aún siendo el mayor, me situó en un plano de forzosa responsabilidad y hasta de confidencia”, define. Así fue como a la edad de 15, “usaba las tardes para repartir guías telefónicas, administrar algún que otro consorcio del barrio o conseguir artículos de limpieza para sortear entre los vecinos en pos de hacernos unos pesos con los que ayudar”, cuenta.

Claro que el periodismo iría colándose indefectiblemente. Mediando el 93, y todavía alumno del quinto año de la Escuela Nacional Superior de Comercio de la ciudad de La Plata, Esteban se presentó en el despacho de Juan Carlos El Rengo Fanjul, por entonces jefe de Deportes del diario Hoy de La Plata “decidido a conseguir mi lugar”, señala.

“Me dijo: ‘¿Vos quién sos? ¿Qué podrías aportarnos?’ A lo que le contesté: ‘Mirá todas estas fotos de equipos infantiles. Puedo escribir sobre ellos y conseguir cada uno de los nombres de sus padres. Porque te aseguro que van a querer comprar cada ejemplar en donde aparezcan’.

Y me contrató”, recuerda. Dos meses después ya era efectivo y hasta terminó dirigiendo esa publicación hasta 2009. No olvidemos, claro, que previo a esa gran táctica, ya había hecho lo suyo escribiendo en la contratapa de El pregón de la tarde, pero su primera crónica había llegado dos años antes y se hace anécdota paréntesis en este mano a mano.

Esteban Trebucq, por entonces jugador del Club Everton, y su amigo Gabriel el Colo López, el periodista que más tarde lo impulsaría a debutar en radio para Radio Rocha AM 1630.


1991.En el contexto de la Liga Amateur Platense de Fútbol (“un torneo amateur pero de primera división”, subraya), Gabriel el Colo López, un amigo dos años mayor, lo convenció de cubrir partidos locales para la radio Rocha AM 1570, “en tiempos en los que esos equipos ni tribuna tenían y los encuentros se transmitían desde el techo de los vestuarios para ver mejor”, cuenta.

“Y en una de esas me tocó hacer la conexión, o sea, ver el partido, anotar un papelito y llamar por teléfono. Cubro Deportivo La Plata-San Martín de los Hornos en Cancha Arco Iris, en 1 y 99, que si mal no recuerdo salió 1 a 1?, narra. “Y El Colo me dice: ‘Trebucquero, en el entretiempo salí por la calle en la que termina la cancha. Tomá la paralela, esa que desemboca en un paredón.

Esteban Trebucq y su hermano Matías (46), “muy de Izquierda” y militante en las filas de Myriam Bregman.


Pero no sigas por esa. A la izquierda vas a ver una zanja. Cruzála y caminá cuatro cuadras más en esa dirección hasta llegar a una casa que tiene un árbol así y asá. Golpeá, ese vecino va a prestarte el teléfono. Voy. El tipo me abre avisándome: ‘Mirá pibe que te cobre, eh…’ ‘Sí, sí…’. Llamo a la radio y el operador me dice: ‘Salimos, pero sin retorno’.

Yo no entendía una goma de qué me hablaba. En esa escucho que el conductor dice: ‘¿Cómo va todo ahí en la cancha, Esteban Trabuco?’”, suelta con gracia. “Le respondo: ‘empate, señor’. ‘¿Y quiénes hicieron los goles?’, me pregunta. ‘Y no sé… Porque pregunté los nombres pero nadie sabe. Al 9 le dicen ‘El manubrio’, a otro ‘el Gomera’… La verdad que son once pataduras, ni siquiera hay nadie… ¡Un embole este partido!’, respondí. Todo al aire”, relata entre carcajadas.

“‘Bueno, esperamos el contacto al finalizar el partido’, me dice. ‘Mirá, discúlpame, no sé si voy a poder llamarte porque esta gente me cobra y yo no tengo un mango’. Entonces escucho que se despide diciendo: ‘Le agradecemos a la gente del barrio que colabora con esta transmisión’. Fue maravilloso”.