El posible ingreso de Andretti Global a la Fórmula 1 en 2026 podría representar un giro histórico para la categoría reina del automovilismo. Tras años de insistencia y bloqueos iniciales, el proyecto encabezado ahora por Dan Towriss está a punto de consolidarse como el primer equipo estadounidense en décadas con sede y motor propios, gracias a la crucial alianza con General Motors.

Este movimiento no solo amplía la parrilla, sino que reafirma el interés creciente por la F1 en el mercado estadounidense, impulsado por el éxito de eventos como los Grandes Premios de Miami y Las Vegas. Sin embargo, el proceso no ha sido sencillo: pese al respaldo técnico y deportivo de la FIA, la Fórmula 1 rechazó inicialmente al equipo argumentando un valor comercial insuficiente.

El apoyo del Congreso de Estados Unidos, que abrió una investigación sobre posibles prácticas anticompetitivas, fue clave para mantener vivo el proyecto. Con una estructura fortalecida, una sede en Silverstone y la incorporación del veterano Pat Symonds, Andretti Global se posiciona como un contendiente serio en el escenario global.

El desafío inmediato será asegurar un proveedor de motores para 2026 y 2027, antes de que General Motors debute como fabricante en 2028. Esta colaboración no solo impulsa a Andretti, sino que también redefine el rol de los equipos estadounidenses en un deporte históricamente dominado por europeos.

La Fórmula 1 enfrenta así una oportunidad única para modernizarse y abrirse a nuevos mercados, demostrando que el automovilismo puede ser tan global como competitivo. La pregunta no es si Andretti logrará impactar, sino cuánto cambiará el juego una vez que su bandera ondee en la parrilla.