En una tarde de mayo, Amy Conroy aguardaba angustiada en un hospital veterinario de Chicago mientras su gata Leisel, de 16 años, luchaba por respirar. Laurie Maxwell, trabajadora social veterinaria de MedVet, entró en la sala para brindar apoyo emocional a Conroy, no solo por su mascota, sino por ella misma.

El rol de los trabajadores sociales veterinarios está ganando terreno en Estados Unidos, donde ayudan a dueños de mascotas a enfrentar decisiones difíciles como tratamientos costosos o la eutanasia. Este servicio, cada vez más común en grandes cadenas y hospitales académicos, se ofrece sin costo adicional.

En otra parte del hospital, Dani Abboud, estudiante de trabajo social, acompañaba a Gloria Reyes y sus hijos, preocupados por la salud de Sassy, su pitbull de 12 años. Las decisiones sobre tratamientos críticos son difíciles, y Abboud proporciona el apoyo necesario para ayudar a las familias a navegar por estas situaciones.

El impacto de los trabajadores sociales no se limita a los dueños de mascotas; también alivia a veterinarios y técnicos, que enfrentan altos niveles de estrés. Amy Heuberger de MedVet señala que tener apoyo emocional permite al personal enfocarse más en la atención médica.

Elizabeth Strand, de la Universidad de Tennessee, destaca que la presencia de terapeutas es crucial para mitigar el estrés en una industria conocida por altas tasas de suicidio entre veterinarios.

En un momento de profunda emotividad, Abboud acompañó a Evrim Topal mientras tomaba la difícil decisión de poner fin al sufrimiento de Zorro, su cockapoo de 16 años. En una sala dedicada a la eutanasia, Topal encontró paz con la ayuda de Abboud y el equipo médico.

El trabajo de los trabajadores sociales veterinarios no solo ofrece consuelo en momentos de dolor, sino que también facilita el proceso de toma de decisiones cruciales para las familias que consideran el bienestar de sus mascotas.