El cortisol, conocido como la “hormona del estrés”, cumple funciones vitales en el cuerpo.

No obstante, cuando sus niveles se mantienen elevados, pueden generar consecuencias negativas como hipertensión, aumento de peso y problemas de memoria. La buena noticia es que existen estrategias efectivas para controlarla.

La falta de descanso eleva el cortisol. Según estudios, dormir entre 7 y 9 horas por noche regula esta hormona, promoviendo el bienestar general. Crear una rutina de sueño constante y evitar pantallas antes de dormir son prácticas que ayudan a mantener estos niveles saludables.

El ejercicio es crucial para reducir el cortisol, pero el exceso puede tener efectos contraproducentes. Caminar, nadar o andar en bicicleta durante 30 minutos al día disminuye el estrés y mejora la circulación, favoreciendo el control de esta hormona.

Una dieta rica en fibra, frutas, verduras y ácidos grasos omega-3 contribuye a la regulación del cortisol. Evitar los azúcares refinados y las grasas saturadas es esencial para no exacerbar el estrés.

La meditación y el yoga son herramientas poderosas para reducir el cortisol. Practicar mindfulness y respiración profunda activa el sistema nervioso parasimpático, permitiendo que el cuerpo se recupere y se relaje después del estrés.

Adaptógenos como la ashwagandha y la rodiola también son efectivos. Estudios respaldan su capacidad para disminuir los niveles de cortisol, mejorando la respuesta del cuerpo al estrés.

Mantener el cortisol bajo control es clave para la salud. Incorporar hábitos saludables como dormir bien, hacer ejercicio y practicar técnicas de relajación no solo reducen el estrés, sino que mejoran la calidad de vida.