La relación entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner, dos figuras prominentes del peronismo bonaerense, está lejos de ser amistosa. Sus discrepancias, que se remontan en el tiempo, ahora están en el centro de atención mientras el partido se enfrenta a importantes decisiones estratégicas de cara al futuro.
En el último congreso del PJ, se desató un debate sobre la estructura de liderazgo y la toma de decisiones en el partido. Muchos peronistas creen que es hora de desplazar a Máximo Kirchner de posiciones de poder, pero reconocen la dificultad de esta tarea dada su relación con Cristina Fernández de Kirchner, quien sigue siendo una figura influyente en la política argentina.
"Es necesario cambiar la forma en que se estructura nuestro espacio político. Algunos compañeros deben ceder su lugar y abrir paso a nuevas caras", comentó un intendente del conurbano. "Si Axel no logra dominar esta situación, su camino se volverá aún más difícil. En 2025, cuando no pueda ser reelegido, comenzará a perder poder", agregó, señalando la importancia de esta lucha interna para el futuro del peronismo.
Los principales contendientes en esta disputa son Máximo Kirchner y Sergio Massa. Ambos ejercen presión sobre las decisiones de Kicillof y su administración en la provincia de Buenos Aires. La reciente ausencia de los legisladores del Frente Renovador en la Legislatura provincial fue interpretada como un gesto de descontento hacia el gobernador, mientras que Kirchner ha influido en la composición del gabinete de Kicillof.
Para algunos sectores del peronismo, es crucial que Kicillof asuma un papel de liderazgo más prominente en el partido, lo que implicaría una disminución en la influencia de Cristina y su hijo. Sin embargo, esto solo será posible si la ex presidenta está dispuesta a ceder poder y permitir que una nueva generación tome las riendas del kirchnerismo.
Kicillof ha dejado en claro que su lealtad sigue siendo hacia Cristina Fernández de Kirchner, pero su relación con Máximo es más complicada. Aunque reconocen la importancia de trabajar juntos, las tensiones entre ambos son evidentes y han dado lugar a conflictos internos en el gobierno provincial.
Desde el kicillofismo, se enfatiza la importancia de mantener la unidad dentro del peronismo y evitar conflictos que puedan debilitar la gestión del gobernador. Reconocen que las diferencias son inevitables, pero insisten en la necesidad de mantener un frente unido frente a los desafíos políticos que enfrentan.
En última instancia, el destino del peronismo bonaerense y la futura dirección del partido dependerán en gran medida de cómo se resuelvan estas tensiones internas. Mientras tanto, los observadores políticos están atentos a cada movimiento, conscientes de que estas disputas podrían tener un impacto significativo en el panorama político argentino en los próximos años.
Fuente: infobae.com