Displasia de cadera en perros: un desafío prevenible y tratable
La displasia de cadera es una condición genética y degenerativa que afecta principalmente a perros de razas grandes y medianas, como el ovejero alemán, el labrador o el golden retriever. Este trastorno se produce cuando la cavidad de la cadera no se desarrolla correctamente, lo que causa un mal encaje entre la cabeza del fémur y el acetábulo, generando desgaste y dolor.
Aunque se considera una enfermedad hereditaria, factores como la obesidad, el crecimiento rápido y el ejercicio excesivo en cachorros pueden agravarla. Como explicó el Dr. Hernán Cornes, fisiatra veterinario, la displasia de cadera es "la enfermedad con peor marketing en ortopedia veterinaria", ya que, a pesar de su origen genético, hay varias formas de prevenir y tratar sus complicaciones.
Un diagnóstico temprano es crucial. Los síntomas incluyen el "juego sentado" o la inclinación del perro a caminar cargando más peso en sus patas delanteras. Si bien las radiografías son útiles, la observación clínica es fundamental para evaluar el dolor real del animal. La prevención comienza con una cría responsable y el control del peso, además de ejercicios adecuados y fisioterapia en etapas tempranas.
En casos severos, los tratamientos como la cirugía o la fisioterapia especializada, como las caminatas subacuáticas, pueden mejorar la calidad de vida del animal. La educación y la responsabilidad del dueño son clave: un perro bien nutrido y con el manejo adecuado de su peso y actividad física tendrá más probabilidades de vivir sin dolor y con movilidad.