El desafío del “pantallismo” en adolescentes: ¿cómo recuperar el equilibrio?
Vivimos en la era de mayor conectividad global, pero también enfrentamos una desconexión humana sin precedentes, especialmente entre adolescentes.
Este fenómeno, conocido como pantallismo, refleja la creciente dependencia de los dispositivos digitales, un hábito que reconfigura vínculos familiares y sociales, mientras afecta gravemente la salud mental y física de los jóvenes.
El término pantallismo encapsula un problema complejo que, según los especialistas, comparte características con otras adicciones como las de sustancias o trastornos alimenticios.
Los adolescentes afectados por esta conducta sufren alteraciones en la atención, el aprendizaje e incluso en la percepción de sí mismos, aumentando el riesgo de ansiedad, depresión y aislamiento.
La pandemia exacerbó esta crisis. Historias como la de Max, un joven que pasó horas frente a su consola durante el confinamiento, reflejan cómo el uso excesivo de pantallas puede convertirse en un escape dañino de la realidad.
Los expertos coinciden que la prohibición no es la solución. En lugar de aislar a los adolescentes de la tecnología, los padres y educadores deben guiar su uso, promoviendo hábitos saludables y limitando el tiempo frente a los dispositivos.
Según Pepe Menéndez, experto en innovación pedagógica, el móvil no es un enemigo, sino una herramienta que refleja carencias emocionales y sociales no resultados.
“El problema no está en el móvil, sino en cómo lo usamos”, señala Menéndez, enfatizando la importancia de enseñar autocontrol y tolerancia a la frustración, habilidades esenciales para enfrentar los desafíos del mundo digital.
El desafío del pantallismo no radica en demonizar la tecnología, sino en entenderla como parte de un ecosistema social más amplio. Recuperar el equilibrio entre la vida online y offline exige un compromiso colectivo: acompañar a los adolescentes, reforzar sus vínculos con el mundo real y fomentar una relación consciente con el mundo digital.