El ejercicio como clave de bienestar: recomendaciones para cada etapa de la vida
Desde la infancia hasta la vejez, la actividad física no solo previene enfermedades, sino que también mejora la salud mental y fomenta las relaciones sociales más saludables.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza que el ejercicio debe formar parte esencial de nuestra rutina, adaptándose a las necesidades de cada edad. Sin embargo, su práctica aún está lejos de ser un hábito universal, a pesar de los beneficios comprobados.
En la infancia y adolescencia, los juegos y deportes al aire libre son la base para el desarrollo físico y emocional. ¿El desafío? Conviértelos en una experiencia divertida para que los buenos hábitos perduren. Más allá de la prevención de la obesidad, los jóvenes activos desarrollan mayor autoestima y habilidades sociales, esenciales en un mundo cada vez más demandante.
Por otro lado, los adultos en etapa laboral suelen descuidar su salud física por falta de tiempo o energía. La OMS lo deja claro: con 30 minutos de actividad moderada al día, como caminar o bailar, es posible prevenir enfermedades cardíacas y mejorar el estado de ánimo. Aquí, el problema radica en encontrar la disciplina necesaria para priorizarse.
En la vejez , el ejercicio se transforma en una herramienta de autonomía. Actividades como el yoga o el tai chi no solo reducen el riesgo de caídas, sino que también preservan la memoria y mejoran la calidad de vida. Para muchos adultos mayores, mantener activos no es una opción, sino una cuestión de supervivencia.