La idea de que los gatos son cazadores natos de ratas es una creencia arraigada en nuestra cultura. Sin embargo, numerosos estudios científicos han demostrado que esta percepción está lejos de la realidad. A pesar de su instinto cazador, los gatos son sorprendentemente ineficaces a la hora de controlar las poblaciones de roedores, especialmente en entornos urbanos.
Las ratas de ciudad son más grandes y feroces que los ratones, lo que las convierte en presas más desafiantes para los gatos. Además, los gatos prefieren presas más pequeñas y fáciles de capturar, como pájaros. Estudios han demostrado que los gatos y las ratas a menudo coexisten en un mismo espacio sin enfrentamientos directos.
La práctica de liberar gatos callejeros para controlar las poblaciones de ratas ha sido común en muchas ciudades. Sin embargo, esta medida no solo es ineficaz, sino que también tiene consecuencias negativas para la biodiversidad local. Los gatos pueden cazar y matar a una gran variedad de animales, desde aves hasta pequeños mamíferos, alterando el equilibrio ecológico.
Además de los problemas ambientales, la presencia de gatos callejeros también puede tener un impacto negativo en la salud pública. Las heces de gato pueden transmitir enfermedades como la toxoplasmosis, especialmente peligrosa para las mujeres embarazadas.
La gestión de residuos y la implementación de medidas de higiene son clave para controlar las poblaciones de roedores. Liberar gatos callejeros no es una solución efectiva y puede generar más problemas que los que resuelve.