En la fecha de la Copa Libertadores aparecieron, desde distintos países, varios videos entre los que se ven grupos de hinchas realizando gestos o emitiendo comentarios racistas hacia sus rivales. Desde lo que ocurrió en Brasil con el simpatizante de Boca hasta un grupo de hinchas Estudiantes gritándole a los del Bragantino. Los videos y las redes sociales permiten observar estos actos de discriminación y, sobre todo, poner el foco en un hecho recurrente y normalizado dentro de los estadios.
Boca jugó de visitante en el Arena do Corinthians en San Pablo. El local, que tiene una larga historia de lucha contra la discriminación, recibió a los hinchas xeneizes. En la previa del partido, uno de ellos que estaba en la platea, apuntó contra el público del Timao y empezó a hacer gestos imitando a un mono. La policía, al término del partido, se lo llevó detenido. Pasaron menos de doce horas en la comisaría y, luego del pago de una fianza de tres mil reales (equivalente a 70 mil pesos), salió en libertad. Willian, ex jugador del Chelsea inglés, tomó la noticia y la subió a sus redes: “Un acto de racismo que solo vale tres mil reales. ¿Hasta cuándo?”.
Una semana antes de lo ocurrido con esta persona en Brasil, en la otra vereda de los grandes del fútbol argentino, un plateísta de River tomó una banana, la escondió entre sus ropas, pasó por los retenes de seguridad, subió las escaleras, se sentó en el límite de su sector con el de los hinchas de Fortaleza brasileño y les arrojó la fruta. Alrededor, un grupo de simpatizantes del club de Nuñez se reía. Ninguno lo frenó. Minutos más tarde, en el campo de juego, Nicolás de la Cruz, metió el segundo para el quipo de Marcelo Gallardo frente al conjunto brasileño. Lo gritó todo el estadio Monumental.
En ambos casos, los clubes repudiaron los hechos. El conjunto de Núñez, además, aplicó una sanción al socio y también recibió una multa de 30 mil dólares por parte de la Conmebol. En el caso de Boca, la investigación está en curso. Más allá de estos casos puntuales, la situación es repetida. Desde el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) se realizan veedurías en los estadios que, entre otras cosas, ratifican el prejuicio sobre lo que puede ocurrir en una cancha de fútbol. Por ejemplo, hace cinco años, en 2017, el Observatorio de Fútbol reveló que un 75% de los cánticos populares tienen connotaciones sexuales, 11% expresan violencia y 4% apuntan contra la nacionalidad.
La acción discriminatoria, por otro lado, no solo ocurre cuando hay encuentros entre clubes sino también en ambientes más familiares como, por ejemplo, cuando juega la Selección Argentina. La Asociación de Fútbol Argentino fue sancionada por cánticos racistas el año pasado y, por eso, tuvo que limitar su aforo en un encuentro ante Brasil. Un par de meses después, luego de lo que fue esa fecha de eliminatorias, los simpatizantes que fueron a ver el encuentro ante la Verdeamarelha repitieron los cánticos y la FIFA volvió a sancionar, en este caso, por la reincidencia. De hacerlo una vez más, la Selección podría jugar sin público por eliminatorias.
Esta realidad no es actual. Hace más de cien años, en 1920, Argentina iba a jugar un partido ante Brasil por un amistoso. En ese momento, el diario Crítica publicó una tapa en la que tituló: “Monos en Buenos Aires. Un saludo a los ilustres huéspedes”. Los jugadores brasileños, ante esta situación, se negaron a jugar. Lo llamativo del caso es que, para esa misma fecha, debutó en Primera División Alejandro Dos Santos, el primer futbolista negro en jugar para la Selección Argentina.
A más de un siglo de la llegada del fútbol al país, las canchas se mantienen para muchos como un lugar en el que se legitima el racismo en el contexto del estadio, pero que en otros ámbitos tiende a ser censurado. Ahora, con la exposición de las redes sociales y el señalamiento a los que discriminan, la deconstrucción puede ser posible. Siempre y cuando, los clubes estén dispuestos a dar la pelea.