Las tensiones cotidianas pueden influir significativamente en la calidad y duración del sueño, provocando que muchas personas se despierten antes de que suene la alarma. Según el doctor Daniel Pérez Chada, presidente de la Fundación Argentina del Sueño, los cambios en los hábitos del sueño, el estrés y el uso de la luz artificial son solo algunos de los factores que han contribuido a un deterioro en la calidad del descanso.
El estrés, en particular, juega un papel crucial en la alteración del sueño. La doctora Stella Maris Valiensi, de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, señala que el estrés afecta las hormonas y los neurotransmisores, lo que puede resultar en un sueño fragmentado y despertares prematuros. Además, el estilo de vida moderno, los horarios laborales y otros compromisos pueden interferir con los ritmos naturales del sueño.
El doctor Roberto de Arbelaiz del Hospital Alemán destaca que factores externos como el ruido, la temperatura ambiental y las preocupaciones internas, como la ansiedad y la depresión, también pueden contribuir a despertarse antes de lo deseado. Asimismo, el consumo de alcohol y los cambios en el ritmo circadiano, como los viajes largos o el desfase horario, pueden alterar el sueño.
A pesar de las dificultades, es importante abordar estos problemas para mejorar la calidad del sueño y el bienestar general. Los expertos recomiendan practicar hábitos de higiene del sueño, como mantener un horario regular de sueño, crear un ambiente propicio para dormir y buscar ayuda profesional si es necesario. Con un enfoque integral, es posible superar los desafíos que afectan el descanso y despertar con energía renovada cada mañana.