Desde tiempos inmemoriales, los apellidos han sido una parte fundamental de la identidad de las personas, distinguiéndolas y vinculándolas con su pasado y su futuro. Aunque hoy en día nos resulte impensable concebir la vida sin ellos, en la antigüedad las personas se identificaban solamente por un nombre. Fue con el crecimiento de las poblaciones, especialmente entre aquellas más cercanas entre sí, que surgieron confusiones al referirse a una persona, lo que hizo necesario acompañar los nombres con una breve descripción distintiva, como la zona en la que vivían o su oficio.

Este fenómeno, que tuvo sus inicios en Oriente pero se consolidó en Occidente, llevó al surgimiento de los apellidos como una marca personal que habla tanto del pasado como del futuro compartido. Según la Real Academia Española, un apellido es el "nombre de familia con el que se distinguen las personas", derivado de la palabra en latín appellitre, que significa llamar o proclamar.

En Argentina, un informe del Registro Nacional de las Personas (Renaper) de 2022 reveló que el 79% de la población comparte su apellido con 500 o más personas. Esto subraya la importancia y la frecuencia de ciertos apellidos en la sociedad.

El origen de los apellidos es diverso y multifacético. Algunos provienen de características geográficas, como los apellidos toponímicos, que hacen referencia a lugares como Arroyo, Canales, Costa, entre otros. Otros están vinculados a los oficios de los antepasados, como Labrador, Pastor, Monje, y surgieron durante la Edad Media en Europa. También existen apellidos patronímicos, como Rodríguez, Martínez, Jiménez, que indican "hijo de" un antepasado con un nombre específico.

La influencia de las migraciones y las adaptaciones fonéticas también ha dejado su huella en los apellidos. En Argentina, por ejemplo, el apellido más común es González, seguido de Rodríguez, Gómez, Fernández, y otros de origen español. Sin embargo, también hay apellidos de origen indígena, como Carrizo, Castro, y Mamani, que son predominantes en ciertas provincias.

Los apellidos judíos también tienen una historia peculiar, con algunas teorías que los relacionan con topónimos, patronímicos, oficios, o incluso con nombres de plantas y animales. Estas teorías, aunque en su mayoría falsas, reflejan la diversidad y la complejidad de los orígenes de los apellidos.

En el siglo XX, los apellidos comenzaron a traducirse o modificar sus significados originales, en parte debido a la inmigración y a la influencia de otras culturas. Además, algunas personas optaron por cambiar sus apellidos por razones personales o sociales.

Hoy en día, los apellidos continúan siendo una parte fundamental de la identidad de las personas, aunque el modo en que se utilizan puede variar según la cultura y la legislación de cada país. En Argentina, por ejemplo, el proyecto de ley impulsado en 2006 permitió el uso tanto del apellido paterno como del materno, reflejando cambios en las estructuras familiares y sociales.