Microbiota intestinal: desde el nacimiento hasta la vida adulta, claves para la salud integral
El cuerpo humano alberga miles de millones de microorganismos que desempeñan un papel crucial en nuestra salud, influyendo en sistemas tan fundamentales como el digestivo, inmunológico y cognitivo desde el momento mismo del nacimiento.
Científicos destacan cada vez más la relevancia de la colonización temprana por microorganismos adecuados en la infancia, los cuales programan nuestro sistema inmunológico y afectan significativamente nuestra salud a largo plazo. Esta comunidad microbiana, conocida como microbiota, especialmente la microbiota intestinal, juega un rol clave en la digestión, entrenamiento del sistema inmunológico y la prevención de diversas enfermedades como diarreas, gripes y alergias.
Factores como el parto a término, el nacimiento vaginal, el contacto piel a piel con la madre inmediatamente después del nacimiento, y la lactancia materna exclusiva durante al menos los primeros seis meses (según recomendaciones de la OMS) son fundamentales para establecer una microbiota intestinal funcional y activa en los bebés.
Sin embargo, la realidad muestra que muchos bebés nacen prematuramente, por cesárea o enfrentan situaciones donde la lactancia materna no es posible. En estos casos, la ciencia ha desarrollado en las últimas décadas herramientas como los bióticos, que incluyen probióticos, prebióticos, sinbióticos y postbióticos, para promover temporalmente la colonización intestinal con microorganismos beneficiosos o alimentar los que ya residen allí.
Los probióticos son microorganismos vivos, mayormente bacterias, conocidos por sus efectos beneficiosos cuando se administran en cantidades adecuadas. Por otro lado, los prebióticos son alimentos selectivos que favorecen el crecimiento de probióticos en el intestino. Los sinbióticos combinan probióticos y prebióticos, mientras que los postbióticos son microorganismos vivos o no viables y otros componentes que estimulan el crecimiento bacteriano intestinal.
Estos bióticos han demostrado su capacidad para fortalecer el sistema inmunológico, manejar cólicos infantiles, prevenir diarreas asociadas a antibióticos, y reducir la incidencia de alergias y dermatitis atópica en los niños.
Además, estudios clínicos internacionales han comprobado que los postbióticos, combinados con prebióticos y agregados a fórmulas infantiles, pueden modificar la composición y función de la microbiota intestinal, beneficiando la salud digestiva y reduciendo los cólicos en lactantes.
A pesar de estos avances, se subraya que la leche materna sigue siendo la fuente más completa de bióticos para los bebés. No obstante, cuando la lactancia no es viable, las fórmulas infantiles enriquecidas con probióticos, prebióticos, sinbióticos y postbióticos representan una opción valiosa y moderna en comparación con productos disponibles décadas atrás.
Es importante destacar que la incorporación de probióticos en la dieta no está limitada solo a la infancia. Su consumo regular, a través de alimentos como yogures fortificados, puede ofrecer beneficios continuos para la salud a lo largo de toda la vida, mejorando la salud digestiva, inmunológica y más allá.