La leyenda del curandero narco y abortero de La Plata: parece ficción, pero real

En los callejones oscuros y las esquinas ocultas de la ciudad de La Plata, conocida como la ciudad de los diagonales, se cuenta la historia de un hombre conocido como "El Curandero". Su nombre verdadero se perdió en el tiempo, pero su leyenda sigue viva, una advertencia sombría en las noches de luna llena.

25-07-2024   Por: Primera Página

La leyenda del curandero narco y abortero de La Plata: parece ficción, pero real

El Curandero no siempre fue un hombre de medicina. En su juventud, era un conocido narcotraficante, temido y respetado en el submundo criminal. Conocido por su crueldad y astucia, logró amasar una fortuna controlando el tráfico de drogas en su barrio. Pero el destino tenía otros planes para él.

Una noche, durante una redada fallida, el hombre fue herido gravemente. Abandonado por sus propios hombres y perseguido por la ley, se refugió en una clínica clandestina. Fue aquí, entre los instrumentos quirúrgicos oxidados y las paredes manchadas, donde conoció a una enfermera que cambiaría su vida para siempre.

La enfermera, una mujer de edad avanzada y gran sabiduría, lo cuidó y curó sus heridas. Durante su recuperación, le enseñó sobre medicina, no la que se practica en hospitales, sino la que se hace en la sombra, donde la desesperación y la necesidad son los únicos recursos. Aprendió sobre el uso de hierbas, la sutura de heridas y, eventualmente, sobre abortos clandestinos.

Al salir de la clínica, el hombre dejó atrás su vida de crimen. Decidió que su nueva misión sería ayudar a aquellas que no tenían otra opción. Adoptó el nombre de "El Curandero" y, usando sus conocimientos y habilidades adquiridas, comenzó a ofrecer sus servicios en los barrios más pobres. No preguntaba por el pasado de sus pacientes, solo les ofrecía una salida cuando la sociedad les daba la espalda.

Las historias sobre El Curandero se propagaron rápidamente. Las mujeres acudían a él en busca de ayuda, confiando en sus manos experimentadas y su discreción. Aunque sus métodos eran rudimentarios, su tasa de éxito era notablemente alta, y muchas vidas fueron salvadas gracias a su intervención.

Sin embargo, su pasado nunca lo abandonó. Los fantasmas de su vida anterior lo perseguían, y las autoridades no olvidaban al narcotraficante que había sido. Fue capturado varias veces, pero siempre lograba escapar, utilizando sus contactos y habilidades adquiridas en sus años como criminal.

Se dice que El Curandero sigue operando en las sombras, un fantasma de justicia poética. Para algunos, es un héroe; para otros, un recordatorio de que las líneas entre el bien y el mal son a menudo difusas. Pero en cada rincón oscuro donde una mujer desesperada necesita ayuda, la leyenda de El Curandero vive, una mezcla de redención y oscuridad en la lucha constante por la supervivencia.

Y así, en las noches de luna llena, cuando el viento susurra entre las casas, se puede escuchar la historia de El Curandero, un hombre que cambió la violencia por la sanación, pero que nunca pudo escapar de las sombras de su propio pasado.

El Curandero no solo se ganó la fama por sus habilidades médicas clandestinas, sino también por su particular medio de transporte. En las noches más oscuras, cuando las calles estaban desiertas y el silencio era interrumpido solo por el murmullo del viento, se escuchaba el ronroneo de un motor en la distancia. Era él, desplazándose por la ciudad en su icónica coupé Mazda, su "corcel rojo".

La coupé Mazda, un vehículo que había adquirido en sus días de gloria como narcotraficante, se convirtió en su inseparable compañera. La cuidaba con esmero, y la gente del barrio sabía que cuando veían ese auto, El Curandero estaba cerca, listo para ofrecer su ayuda a quien lo necesitara. Las luces delanteras de la Mazda eran como los ojos del mismo Curandero, observando las calles y los rostros que se cruzaban en su camino.

Con el tiempo, la imagen del Curandero y su Mazda se fusionaron en la memoria colectiva de la ciudad. Las ruedas de su coche dejaron huellas no solo en el pavimento, sino en las historias que se contaban en cada hogar. Para muchos, el sonido del motor de la coupé Mazda en la madrugada era un símbolo de esperanza, una señal de que alguien velaba por ellos, aunque fuera desde las sombras.

En el eco de su leyenda, El Curandero sigue siendo un enigma. Un hombre que cambió su destino, pero que nunca pudo escapar del todo de su pasado. Y así, mientras su coupé Mazda continúa rodando por las calles oscuras de La Plata, su historia persiste, una mezcla de redención y misterio, que sigue inspirando y asustando a partes iguales.


Fuente: degremiales.com