La manzanilla, esa infusión de aroma suave y sabor ligeramente amargo, es mucho más que una simple bebida para relajarse antes de dormir. Con una larga historia de uso medicinal, esta planta ha demostrado tener propiedades terapéuticas para una amplia variedad de dolencias.
Originaria de Europa y Asia, la manzanilla ha sido utilizada durante siglos en diversas culturas por sus propiedades medicinales. Sus flores contienen compuestos activos como la apigenina y la quercetina, que le confieren propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y calmantes.
La forma más común de consumir la manzanilla es en infusión. Se pueden utilizar flores secas, bolsitas de té o extractos líquidos. Es importante seguir las indicaciones del fabricante y consultar a un profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento a base de hierbas.
Aunque la manzanilla es generalmente segura, algunas personas pueden experimentar efectos secundarios como náuseas, mareos o reacciones alérgicas. Se recomienda evitar el consumo de manzanilla durante el embarazo y la lactancia, así como en caso de alergia a plantas de la familia de las asteráceas (como la margarita o el crisantemo).
La manzanilla es una planta medicinal con un amplio abanico de beneficios para la salud. Sin embargo, es importante recordar que no reemplaza los tratamientos médicos convencionales y siempre se debe consultar a un profesional de la salud antes de utilizarla.