La tradición de vestir de blanco en Año Nuevo: un símbolo de renovación y paz
El Año Nuevo es una fecha cargada de costumbres y rituales que, según la cultura, toman diferentes formas. En América Latina, especialmente en Brasil y Argentina, una de las tradiciones más arraigadas es vestir ropa blanca al despedir el año. Esta costumbre no solo tiene un fuerte simbolismo, sino que también está vinculada a prácticas espirituales con siglos de historia.
El blanco, universalmente reconocido como símbolo de paz, pureza y nuevos comienzos, conecta directamente con el deseo de una vida llena de armonía. A nivel psicológico, también se asocia con la claridad y la renovación, conceptos que encajan a la perfección con la energía del Año Nuevo.
El origen de esta práctica se remonta a Brasil, donde se introdujo a través de las religiones afrobrasileñas como el Candomblé y la Umbanda. Estas religiones, que rinden culto a los Orixás, incluyen rituales que piden prosperidad y paz, siendo el blanco el color elegido para honrar a Yemayá, la diosa del mar.
En la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, millones de personas participan cada 31 de diciembre en una ceremonia que combina espiritualidad y velas, donde las flores y velas se ofrecen al mar. Con el paso de los años, este ritual trascendió las fronteras de Brasil y se ha transformado en una costumbre que muchos países de América Latina han adoptado.
¿Por qué esta tradición se ha expandido por todo el mundo? El blanco, además de su simbolismo universal, es una opción de moda accesible y versátil, lo que facilita su adopción por personas de diferentes estilos y culturas. Y no menos importante, la creencia de que el color blanco atrae energías positivas es un factor que impulsa la costumbre año tras año.
Para aquellos que quieran unirse a esta tradición en 2025, no hace falta complicarse: vestidos de lino o algodón para climas cálidos, camisas blancas clásicas para un look sencillo, o accesorios minimalistas son opciones perfectas para alinearse con el espíritu de la festividad. Adentrarse en esta costumbre no solo conecta con un legado cultural, sino que también promete un comienzo de año lleno de energía renovada.