Desmitificando los rayos: ciencia, mitos y relatos de impacto en el nuevo libro de Brian Clegg
Los antiguos estaban convencidos de que los rayos eran manifestaciones de la ira de los dioses, una forma en que las deidades se comunicaban con el mundo. Los truenos, en su opinión, eran los gritos roncos y destemplados de estos seres divinos. Sin embargo, con el avance de la ciencia, sabemos que los rayos son fenómenos físicos, complejos y fascinantes, pero completamente naturales.
En una canción muy conocida, un ícono del pop escribió: "Un rayo no cae nunca en el mismo lugar dos veces". Sin embargo, esta frase, aunque pegajosa, no es cierta. Los rayos pueden, y de hecho lo hacen, caer en el mismo lugar más de una vez.
Este es solo uno de los muchos malentendidos sobre la ciencia que Brian Clegg desmenuza en su nuevo libro, publicado por Ediciones Godot. El libro explora 50 mitos y errores comunes en la ciencia con claridad y humor, ofreciendo un excelente ejemplo de divulgación científica. Desde el lado en el que caen las tostadas hasta la ceguera de los murciélagos, Clegg desmitifica conceptos erróneos que muchos de nosotros hemos aceptado como verdades.
En promedio, 44 rayos caen en distintas partes del mundo en el tiempo que usted tarda en leer esta línea. Anualmente, más de 1.400 millones de rayos impactan la superficie terrestre, lo que hace inevitable que algunos lugares sean golpeados repetidamente. El Empire State Building, por ejemplo, recibe al menos 25 descargas eléctricas cada año, y se han registrado hasta 15 rayos durante una sola tormenta. Los puntos altos y las pendientes pronunciadas son especialmente propensos a ser golpeados, denominados Puntos de Rayos Recurrentes.
El mito de que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar es muy antiguo, anterior incluso a la invención del pararrayos por Benjamin Franklin. En la Edad Media, las llamadas "Piedras de Rayo" se utilizaban como amuletos para proteger hogares de futuros impactos.
Las historias personales de aquellos que han sido alcanzados por rayos son tan fascinantes como aterradoras. Anthony Cicoria, un cirujano traumatológico, fue alcanzado por un rayo mientras usaba un teléfono público. Milagrosamente sobrevivió, pero el incidente lo dejó obsesionado con la música clásica, una pasión que lo llevó a abandonar la medicina para convertirse en pianista y compositor.
Beth Petersen, una soldado, fue alcanzada por un rayo dos veces en un año. La primera vez, el rayo entró por sus botas y salió por su boca, dejándola con graves lesiones. La segunda vez, un año exacto después, fue alcanzada nuevamente mientras intentaba superar su miedo a la lluvia.
El caso más extremo es el de Roy Cleveland Sullivan, un guardabosques que fue alcanzado por rayos siete veces a lo largo de su vida, un récord documentado por el libro Guinness. Aunque sobrevivió a todos estos impactos, finalmente se suicidó en 1977, abatido por una ruptura amorosa.
Estas historias, junto con la ciencia que las rodea, nos recuerdan que los rayos son tanto un fenómeno natural fascinante como una fuerza destructiva. Mientras la ciencia continúa desmitificando estos eventos, las experiencias de aquellos que han sobrevivido a sus golpes nos ofrecen una perspectiva humana sobre su poder.