Posponer la alarma: el error que nos cuesta energía en épocas de cansancio acumulado
A medida que nos acercamos al fin de año, el cansancio acumulado es una realidad para muchos. Entre las obligaciones laborales y los compromisos personales, el sueño se vuelve escaso y tentadoramente posible con el botón de “snooze”. Sin embargo, según el doctor Facundo Nogueira, esta práctica solo agrava el problema: cada vez que se retrasa la alarma, el cerebro reinicia un nuevo ciclo de sueño, generando una fatiga persistente que puede durar horas.
La "inercia del sueño", como explica Nogueira, es el estado de somnolencia y desorientación que ocurre al interrumpir abruptamente el descanso. Este efecto, intensificado al posponer la alarma repetidamente, dificulta la concentración y deja una sensación de agotamiento durante la mañana.
Según el doctor Joaquín Terán Santos, nuestro cuerpo sigue ciclos de sueño y vigilia regulados por factores como la luz y la temperatura. Al interrumpir estos ciclos, el sueño se vuelve fragmentado y de mala calidad, afectando el rendimiento físico y mental. “Cuanto más se rompe el sueño, peor es el descanso”, afirma Terán.
Para evitar este agotamiento acumulado, los expertos recomiendan una buena higiene del sueño: establezca un horario fijo para dormir y despertar, incluso los fines de semana, y opte por un despertador de luz progresiva. Estos pequeños cambios pueden ayudar a reducir la inercia del sueño ya comenzar el día con más energía.
En definitiva, resistir la tentación de posponer la alarma no solo mejora nuestro descanso, sino que contribuye a un inicio de día más productivo y sin el peso del cansancio acumulado.