La provincia de Santa Fe ha implementado una nueva medida que obliga a los presos considerados de "alta peligrosidad" a utilizar uniformes naranjas. Esta decisión, que busca facilitar su identificación y control, reabre un debate histórico sobre la humanización del sistema penitenciario y la estigmatización de las personas privadas de su libertad.
El uso de uniformes distintivos para los presos tiene sus orígenes en el siglo XIX, cuando se buscaba identificar fácilmente a los reclusos y reforzar la idea de confinamiento y castigo. A lo largo de la historia, diferentes países han adoptado esta práctica, con variaciones en el diseño y el color de los uniformes.
La implementación de esta medida en Santa Fe ha generado polémica. Expertos en derechos humanos argumentan que la obligación de usar un uniforme de un color específico atenta contra la dignidad de las personas privadas de su libertad y vulnera sus derechos. Además, señalan que existen otras formas más efectivas de garantizar la seguridad en las cárceles sin recurrir a medidas estigmatizantes.