Las pintorescas calles empedradas de Villa Tulumba, una tranquila localidad de 2.500 habitantes en el norte de la provincia de Córdoba, están más animadas que nunca. La razón: el pueblo ha sido nominado en un concurso internacional que selecciona a los pueblos más bellos del mundo. Esta noticia ha llenado de orgullo y alegría a los tulumbanos, quienes ven este reconocimiento como un premio al esfuerzo de su comunidad. Antes de esta nominación en la cuarta edición del Best Tourism Villages, iniciativa de ONU Turismo, Tulumba ya había sido declarado "pueblo auténtico" y "poblado histórico nacional".

Lucía Bulacios, Secretaria de Turismo de Tulumba, y Laura López, guía local desde hace 20 años, compartieron con Infobae sus impresiones sobre este logro. Según Bulacios, la comunidad está celebrando y disfrutando de la nominación, ya que significa una gran oportunidad para destacar a nivel internacional.

Villa Tulumba, situada a menos de 150 kilómetros de la ciudad de Córdoba, es accesible en transporte público y por las Rutas Nacionales 9 y 60. Al llegar, los turistas suelen dirigirse a la oficina de la Secretaría de Cultura y Educación, frente a la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, donde reciben información sobre los lugares a visitar. Laura López, quien guía a los visitantes, destaca el amor y compromiso de la comunidad para preservar y compartir su historia.

Considerado "un museo a cielo abierto" y el poblado más antiguo de Córdoba, Tulumba fue declarado "Villa" el 3 de octubre de 1803 por Cédula Real de Carlos IV de España. La localidad se distingue por sus edificaciones coloniales y la atmósfera que transporta a los visitantes a la época colonial. Al caer el sol, las antiguas farolas iluminan el casco histórico, acentuando la belleza de las casonas del siglo XVIII y XIX.

Una de las joyas arquitectónicas de Tulumba es la Iglesia Nueva, construida en 1882, junto a la antigua capilla de 1700 cuyas ruinas aún se conservan. Los visitantes pueden apreciar la evolución arquitectónica a través de los siglos, desde los solares de adobe hasta los techos de cañizo. La oficina de Cultura y Educación alberga la habitación más antigua, datada en 1750, y el Centro de Interpretación, de 1850, muestra la construcción original de la época.

Tulumba formó parte del histórico Camino Real y su principal actividad era la cría y engorde de ganado mular para el Alto Perú. "Desde sus inicios, Tulumba fue destacada a nivel económico, político y religioso", señala Bulacios. La revalorización de los eventos de la época colonial ha sido un enfoque clave durante más de una década.

Uno de los puntos de interés es “Las cuatro esquinas”, donde se encuentran las calles más importantes del pueblo, y la casa de la familia Reynafé, vinculada a la histórica masacre de Barranca Yaco y el asesinato del general Facundo Quiroga en 1835.

Laura López menciona el libro “Lorenza Reynafé” de Mabel Pagano, que destaca el papel de las mujeres en la historia local. La frase "Si la historia no se recuerda, está condenada a repetirse" es una reflexión que guía la labor de preservar la memoria histórica del pueblo.

Otros puntos de interés incluyen la plazoleta Granadero José Márquez y la casa del sacerdote Hernán Benítez, confesor de Eva Perón. Para mantener la estética del poblado, se respetan ciertos colores en las fachadas y se trabaja en un código de edificación unificado.

El nombre Tulumba tiene varias teorías, entre ellas "Aguada del Tala" o "Lugar donde hay agua". Sin embargo, Laura sugiere que el nombre podría provenir del quechua, refiriéndose a "sombra de la luna en la laguna".

El entorno natural que rodea a Tulumba es otro de sus atractivos, con montes vírgenes y ríos cristalinos, ideales para el turismo rural. La comunidad se esfuerza por conservar el medio ambiente y promover un turismo sustentable.

Las actividades turísticas en Tulumba incluyen caminatas saludables y programas como “Caminando chacareras”, que combinan música, historia y gastronomía local. Los turistas pueden disfrutar de las especialidades culinarias como colaciones caseras, empanadas de hojaldre y chivito asado.

La fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario, celebrada en octubre, atrae a más de 20.000 fieles cada año. La temporada turística se ha extendido, y Tulumba recibe visitantes durante todo el año.

El turismo ha creado oportunidades laborales para los jóvenes del pueblo, y muchas iniciativas buscan que los emprendedores locales puedan vivir de sus productos. "El amor y el sentido de pertenencia son muy fuertes aquí", destaca Bulacios.

En Tulumba, el ritmo de vida es tranquilo y la siesta es sagrada. Los visitantes valoran el silencio y la paz del lugar. Lucía Bulacios y Laura López coinciden en que trabajar en el lugar que aman es un privilegio. "Ser de Tulumba es lo que más me gusta", concluye Laura, con orgullo y emoción por la nominación internacional de su querido pueblo.