Vitamina D: el nutriente que muchos necesitan y pocos aprovechan
La vitamina D, crucial para la salud ósea y mucho más, es un nutriente que la mayoría de las personas no obtiene en cantidad suficiente. Pese a que la luz solar es su fuente principal, factores como la ubicación geográfica, el tono de la piel, la edad y hasta el estilo de vida dificultan su síntesis. Según la Clínica Cleveland, cerca de mil millones de personas en el mundo tienen deficiencia de vitamina D, y el 50% de la población muestra insuficiencia.
La deficiencia de vitamina D no solo debilita los huesos, provocando condiciones como el raquitismo en niños y osteomalacia en adultos, sino que también impacta en el sistema inmunológico, la salud cerebral y muscular. Estudios recientes la asocian con el deterioro cognitivo y enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple.
Además, personas con piel más oscura, mayores de edad o con enfermedades como insuficiencia renal y celiaquía enfrentan mayores riesgos de niveles bajos de esta vitamina. Incluso el exceso de tejido graso en casos de obesidad puede retener la vitamina D, reduciendo su disponibilidad en la sangre.
Aunque pocos alimentos contienen vitamina D de forma natural, los pescados grasos como el salmón, la caballa y las sardinas son excelentes fuentes. También se encuentra en productos fortificados como la leche y los cereales, y, curiosamente, en hongos expuestos al sol.
Sin embargo, confiar exclusivamente en la dieta puede no ser suficiente. La exposición moderada al sol y los suplementos, bajo supervisión médica, son herramientas clave para mantener niveles saludables y prevenir enfermedades crónicas.
La vitamina D no solo fortalece el sistema esquelético; sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias contribuyen al sistema inmunológico y la función celular. Con la creciente investigación, parece claro que este "nutriente solar" tiene un papel más integral en nuestra salud de lo que se creía.