Vivir en el infierno: mujeres wichis denuncian que hombres blancos organizan cacerías para violarlas

Ya hay 29 denuncias que prosperaron en la Justicia. Mediante pruebas de ADN, se confirmó que varios de los abusadores tuvieron hijos con las víctimas y deberán mantenerlos económicamente.

28-04-2022 - Por Primera Página

“Nosotras las mujeres wichí somos celestiales, somos las dadoras de vida, las mujeres estrellas. Sin nosotras no hubiera existido la humanidad wichí. Nosotras fuimos las que educamos al macho que habitaba en la tierra, nosotras humanizamos al macho que estaba en la tierra. Nosotras educamos incluso sus instintos porque éramos mujeres estrella, mujeres celestiales, mujeres espirituales. Ese es el rol que tenemos nosotras como mujeres wichí. Y también es parecido a otros pueblos indígenas”. La frase es de Octorina Zamora, representante wichí.

Hace más de 20 años conocí a Octorina. La primera vez que nos vimos fue en el marco de una denuncia por abandono absoluto del estado. Aquella vez Octorina cargaba con las fotos de nenes wichis que morían por desnutrición. Eran imágenes desgarradoras de una realidad evitable. Tan evitable como su lucha de hoy, terminar con el “chineo”.

 

El “chineo” es la violación sistemática de niñas indígenas desde los siete años a manos de los “criollos”: hombres adultos que pueden ser policías, gendarmes, comerciantes, enfermeros, terratenientes. Muchos con poder político y económico. La práctica, con un fuerte componente machista y racista, se remonta a la conquista española. Está enmarcada dentro del etnocidio que sufren los pueblos originarios desde hace cientos de años.

Octorina empezó a denunciar las atrocidades del chineo hace muchos años, pero no encontraba nadie en la Justicia que la escuchara. “Cuando hicimos el reclamo, por ejemplo, en el Ministerio del Interior nos dijeron que no podían hacer demasiado porque se trataba de una práctica cultural. Pero no lo es, porque no es parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas entregar a las niñas para que sean violadas, sino que es algo que se da por la dominación misma y por impunidad de los criollos con las comunidades indígenas”.

Relatos del infierno: mujeres wichís denuncian que hombres blancos organizan cacerías para violarlas

Después de años de golpear puertas sin que ninguna se abriera, ahora Octorina encontró a un hombre de la justicia que se interesó por esta problemática y junto a una fiscal salteña empezaron a trabajar en la búsqueda de justicia. Ese hombre es Luis Véliz, el defensor oficial multifueros, con sede en la ciudad de Embarcación. Desde allí, Véliz empezó a recorrer las distintas comunidades explicándoles a las mujeres la importancia de denunciar, de contar, de dejar de callar.

29 mujeres ya denunciaron a sus abusadores y, en muchos casos, ya se hizo la pericia de ADN que arrojo resultado positivo de paternidad. Ahora esos hombres se tienen que hacer cargo de sus hijos mientras avanza la causa penal por lo que les hicieron a esas mujeres.

Escucharlas interpela. Son relatos del horror, del espanto, de vivir un infierno de abuso, de quedar embarazada sin quererlo, de ser madres de niños sin rasgos Wichis y sufrir, además, la marginación por parte de su propia comunidadPlay Vide"Basta de Chineo" es la consigna bajo la cual las mujeres wichí denuncian los abusos sexuales (Video: TN)

”Volvía de la escuela con mi prima, agarradas de la mano, estaba cerca de mi casa, faltaba poco para llegar. Ella alcanzó a correr, pero yo no. Me subieron a un auto, eran hombres blancos, y me violaron. Hoy no quiero que eso le suceda a ninguna de mis hijas, por eso digo basta de chineo”.

Este es uno de los tantos relatos sobre una realidad silenciada, que hoy sale a la luz gracias a la unión y la organización de mujeres indígenas de distintos territorios decididas a terminar con los abusos sexuales que sufren desde hace siglos.

 

A través de la campaña “Basta de Chineo”, las Mujeres Originarias se están organizando. Cómo nunca antes las mujeres aborígenes están diciendo basta. Están denunciando la maldita historia y están haciendo historia. Están de pie, y ya no se van a callar más