El depravado “ogro del bosque”: bellas jóvenes, un castillo, violaciones, asesinatos y una esposa cómplice

13-04-2022 - Por Primera Página

Huelo a carne fresca…”, graznaba, haciéndonos estremecer acurrucados debajo de la colcha, una de esas criaturas enormes devoradoras de niños que pueblan los cuentos infantiles. “Los ogros no existen”, aclaraban nuestros padres con una sonrisa tranquilizadora para luego continuar con la lectura previa al sueño.

p>Lo cierto es que, con el paso del tiempo, descubrimos que los padres no siempre tienen razón. La humanidad ha demostrado infinidad de veces que sí, los ogros existen. O, por lo menos, esos seres malvados que tanto se les parecen.

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Este caso de terror que relataremos hoy ocurrió en la Europa moderna. Y si bien no fue contado por el escritor Charles Perrault (aquel autor de la versión de Pulgarcito donde narraba sus desventuras con un malvado ogro que se comía a los pequeños), este personaje siniestro llamado Michel Fourniret, podría haber sido perfectamente parte de su cuento. La prensa francesa lo bautizó El ogro de las Ardenas porque fue en esa región boscosa, que se encuentra entre Francia y Bélgica, donde durante décadas se acumularon casos de bellas jóvenes que desaparecían sin dejar un solo rastro.

El asesino serial francés Fourniret fue denunciado por su esposa, Monique Olivier.

Pero esa revelación no tuvo nada que ver con arrepentimiento o empatía con las víctimas. Resulta que un tiempo antes, la esposa de otro ogro de origen belga, Marc Dutroux, había sido condenada a prisión por ser cómplice en los crímenes de su marido. Monique se asustó tanto con la resolución de la justicia que, cuando a su esposo lo acusaron de comportamiento sexual inapropiado y de secuestro de menores, decidió que lo mejor que podía hacer para no ir presa era confesar lo que él venía acometiendo desde hacía años. Monique relató lo que sabía.

Resultó ser muchísimo peor de lo que la policía había supuesto.

Desapariciones misteriosas

En la década del 80 en una zona de bosques de ensueño empiezan a suceder inexplicables desapariciones de adolescentes.

Isabelle Laville (17), se esfuma en Auxerre el 11 de diciembre de 1987 cuando estaba regresando del colegio a su casa. El 8 de julio de 1988 otra joven llamada Fabienne Leroy (20) desaparece de un estacionamiento de un supermercado en Chalons en Champagne. Su cuerpo es hallado al día siguiente, cerca de una base militar. Había muerto de un tiro en el pecho y había sido violada.

Al siguiente año, el 18 de marzo, la estudiante de derecho francesa Jeanne-Marie Desramault (22) se evapora en las inmediaciones de la estación de tren de Charleville-Mézières.

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A Elisabeth Brichet (12), una niña belga se le pierde el rastro en Namur, el 20 de diciembre de 1989, después de haber estado jugando con una amiga. Los investigadores atribuyen este caso a un asesino en serie belga que ya mencionamos al comienzo de esta nota: Marc Dutroux.

El 21 de noviembre de 1990, fue el turno de la pequeña francesa Natacha Danais (13) que desaparece del estacionamiento de un shopping distante a un centenar de metros de donde vivía, cerca de la ciudad de Nantes. Sus restos son hallados tres días después en una playa. Había sido asaltada sexualmente y apuñalada hasta la muerte.

Ese mismo año, Farida Hellegouarch, quien es la novia de uno de los miembros de una pandilla de delincuentes que asaltaba bancos llamada “gang des postiches”, muere asesinada.

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El 16 de mayo del año 2000, la estudiante Céline Saison (18), se volatiliza en la ciudad de Sedan en las Ardenas, luego de haber dado un examen. Su cuerpo violado y estrangulado es hallado dos meses después en los bosques de Bélgica. Exactamente lo mismo ocurre con Manyana Thumpong (13), quien desaparece el 5 de mayo de 2001 al norte de la ciudad de Sedan. Sus restos son hallados al año siguiente, también en un bosque, en la frontera belga.

El 9 de enero de 2003, entre las 18.30 y las 18.45, Estelle Mouzin de 9 años, de largo pelo castaño y ojos verdes, vuelve caminando a su casa con una amiga, en Germantes. Caminan en la oscuridad por la calle llena de nieve. Estelle se despide de su compañera cuando todavía le faltan 400 metros para llegar hasta su puerta. Nunca llega. Se la traga la oscuridad. A las 21 la madre de Estelle llama desesperada al padre, con quien está en proceso de divorcio: su hija no ha vuelto.

Las fichas policiales de las jóvenes desaparecidas, sobre todo en esa zona de Francia, se apilan sobre los escritorios de los desorientados detectives que no saben por dónde empezar. La presión de la sociedad es mucha, pero no alcanza para obtener resultados.

Abusos, mentiras y cárcel

Nacido en Sedan el 4 de abril de 1942, Michel Fourniret creció con un padre, un obrero metalúrgico alcohólico, y una madre, una mujer de pésimo carácter que lo habría sometido a abusos desde chico. El incesto y el haber sido usado como “objeto sexual” por ella, diría años después el criminal, marcó su personalidad. Su adolescencia estuvo caracterizada, según relataron sus compañeros de colegio, por su escasa sociabilidad y las permanentes mentiras. Además, Fourniret solía robar a los otros alumnos lapiceras, libros y billeteras. Al mismo tiempo, se volvió fanático de los escritores Camus, Dostoievski y Rilke. En los años 60 se sumó al ejército francés y llegó a combatir con la Brigada Aérea en la Guerra de Independencia de Argelia. Al volver comenzó a trabajar como carpintero, electricista e, incluso, estuvo como supervisor en un colegio.

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En 1964 se casó con su primera mujer, Annette. Tuvieron un hijo, pero la relación se habría derrumbado cuando él descubrió que su mujer había mantenido relaciones sexuales con otros hombres antes. En ese entonces, siempre según él, habría nacido la necesidad de encontrar mujeres vírgenes para mantener relaciones.

Los primeros arrestos fueron por voyeurismo y el primer ataque sexual concreto tuvo lugar en 1967, cuando tenía 25 años: abusó de una menor muy cerca de dónde vivía. Le impusieron ocho meses de condena que jamás cumplió. Annette le pidió el divorcio. Fourniret quedó libre de ataduras para seguir incursionando en su mundo depravado.

En 1979 se casó con Nicole y tuvo tres hijos más. Pero la doble vida del trabajador forestal Michel Fourniret, de 42 años, quedó expuesta en 1984 cuando se lo detuvo acusado de reiteradas agresiones sexuales. Lo condenaron a siete años de prisión efectiva (cumpliría solamente tres) y en sus espaldas cargaron una decena de abusos. Nicole se divorció espantada luego de la sentencia.

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Encerrado en la prisión, Fourniret se aburría. Su cerebro no paraba de maquinar maldades. Decidió sacar un aviso en una publicación católica llamada Le Pelerin: “Prisionero desearía mantener correspondencia con personas de cualquier edad para olvidar soledad”.

¿Quién le responde a un preso convicto por violar repetidamente mujeres? Nadie en su sano juicio. Sin embargo, una enfermera llamada Monique Olivier le contestó y empezaron a escribirse. En 1987, cuando Fourniret llegó al juicio por violación, se vieron las caras por primera vez. La relación siguió adelante y se casaron ese mismo año apenas el acusado consiguió la libertad condicional. Fourniret convenció a Monique para que lo ayudara a concretar sus oscuros deseos sexuales. Le dijo que por el incesto durante su infancia y la no virginidad de su primera mujer, él necesitaba jóvenes vírgenes. Monique no se opuso y accedió a todo. Ella misma relataría que solían “salir de caza” para buscar chicas de entre 12 y 22 años.

La pareja se consolidó practicando el horror. Se consagrarían como verdaderos ogros.

Un castillo siniestro

La primera víctima llega en diciembre de 1987 y tiene 17 años. Es Isabelle Laville. Monique Olivier le pregunta por una dirección desde su camioneta. Isabelle detiene su paso y Monique la convence para que se suba y la guíe. Unas cuadras más adelante, se encuentran con un hombre en medio de la calle. Es Michel Fourniret que finge ser un desconocido que tiene el auto averiado. Monique le ofrece ayuda y lo sube a la furgoneta.

Listo, se ha concretado el secuestro.

La presencia de Monique es crucial para que las chicas tengan confianza. Una y otra vez, engañan, secuestran y, luego, él abusa y mata. Así durante años.

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En estos tiempos, Michel Fourniret se une también a una banda dedicada al crimen organizado a través de un compañero de celda. Convence a Farida Hellegouarch, miembro del grupo, para robarle a su propio novio un dinero que él tiene oculto y enterrado. Farida le dice dónde está, pero él la traiciona. No piensa compartirlo con ella y, una vez que accede al botín, la mata.

Con el fruto del delito Fourniret y Monique Olivier se dan el lujo de comprar un elegante castillo del siglo XVIII, cerca de Donchery. La pareja se instala allí y tienen, en 1988, un hijo al que llaman Salim.

El lugar es perfecto para que la pareja siga con sus perversiones y pueda deshacerse fácilmente de los cuerpos.

Se sienten invencibles. Hasta que, finalmente, cometen un error.

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El 26 de junio de 2003, en la región de Ciney, una adolescente de color de 13 años llamada Marie-Ascension Kirombo camina por el costado del camino. Hace solo un año que ella, sus cuatro hermanos y su madre se han mudado a esta zona. Fourniret detiene el auto y le pregunta cómo llegar a un monasterio. De paso, se ofrece a llevarla en la furgoneta. Marie-Ascension termina dentro del vehículo donde Fourniret, enseguida, la reduce y la ata. La adolescente con bastante sangre fría le dice enojada: “¡Usted es un mentiroso!”. El ogro la amenaza: “No mires la ruta, no te atrevas. Si lo hacés, te voy a cortar la cabeza”.

Marie-Ascension no puede con su genio y le pregunta: “¿Sos de la banda de Dutroux?”, refiriéndose al pederasta y asesino en serie más temido de Bélgica. Fourniret le advierte: “Soy peor que Marc Dutroux” . Y se pone al volante mientras la deja atada en la parte trasera. Confiado en su habilidad para asustar, secuestrar y asesinar, no pone el cuidado debido. Las ataduras no son lo suficientemente fuertes. Marie-Ascension ya sabe que está con un monstruo. La adolescente logra deshacer los nudos de las sogas de sus manos y pies y se lanza valiente desde la camioneta en un cruce en Mesnil-Saint-Blaise. Una conductora que pasa casualmente por el lugar y la ve huyendo, la sube a su auto y la lleva hasta una estación de la policía belga donde cuenta lo ocurrido. La valiente víctima recuerda de memoria el número de placa de la furgoneta de su captor.

Marie-Ascension logra lo que nadie ha conseguido antes: que el ogro sea cazado.

Los malvados van a juicio

Cuando Fourniret es detenido y acusado, Monique entra en pánico. Sabe que está muy comprometida y opta por hablar. Monique Olivier relata que son 11 los abusos, secuestros y asesinatos cometidos por su marido. Fourniret solo admite 8.

Con las indicaciones de la pareja, los restos de las jóvenes comienzan a aparecer. En 2004 encuentran el cadáver de Jeanne-Marie Desramault en los sótanos del castillo que les había pertenecido en Donchery. En la misma propiedad también hallan el cuerpo de la pequeña Elisabeth Brichet, a quien él sostiene no haberla “penetrado”. Lo mismo dijo en el caso de Manyana Thumphong. Durante el juicio se estableció que Fourniret muchas veces eyaculaba delante de sus víctimas sin llegar a la penetración.

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En julio de 2006, las autoridades encuentran los restos de Isabelle Laville en el fondo de un pozo al norte de Auxerre. Las autopsias a los restos encontrados revelan que las víctimas han sufrido graves ataques sexuales y han muerto por apuñalamiento, disparos y estrangulamiento.

Monique va más allá en su confesión y cuenta que su marido también asesinó a una niñera de su hijo en la mansión, entre los años 1992 y 1993. No puede proporcionar el nombre, no lo recuerda. Fourniret niega esta historia, pero quién sabe. Tantos son los crímenes perpetrados que él también podría haber olvidado el nombre de un ser humano al que le quitaron la vida.

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El juicio a la pareja tuvo lugar entre marzo y mayo de 2008. El acusado se defendió alegando que su locura provenía del incesto y de haber descubierto que su primera mujer no era virgen. Le dijo al tribunal que él necesitaba una joven casta al menos una o dos veces al año. Los peritos adjetivaron su persona como manipuladora, narcisista y psicópata.

La enfermera Olivier se defendió asegurando haber caído bajo el hechizo de su marido y negó haber disfrutado de la perversidad, Si bien Fourniret aseguró en el estrado que hubo una década, entre 1990 y el 2000, que no cometió ningún crimen, nadie le creyó. Las policías de Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania y Dinamarca reabrieron decenas de antiguos casos de violaciones, desapariciones y asesinatos. En Países Bajos, los detectives del caso de Tanja Groen (18) -quien se esfumó con su bicicleta en 1993 cuando volvía a su casa después de una fiesta- investigan todavía posibles vinculaciones con Fourniret. La oferta de un millón de euros como recompensa no ha logrado nada. Sus padres dicen desgarrados: “Estamos prontos a morir y todavía no tenemos respuestas”.

También se cree que podría haber sido el homicida de la pequeña Marie-Dolores Rambla de 8 años. Aunque un ciudadano francés, Christian Ranucci (22), fue condenado a muerte y guillotinado en Marsella en 1976 por ese crimen, el caso sigue generando dudas.

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Otros que se le atribuyeron son los de Marie Angele Domece (19), una joven discapacitada de quien se perdió el rastro cuando iba camino a la estación de Auxerre en julio de 1988 y cuyo cuerpo nunca fue encontrado; y el de Joelle Parfondry, una empleada de un local de belleza de mascotas, quien fue víctima de un robo y violación en Namur en enero de 1995. También se lo acusó del ataque sexual a Sandra N. en la ciudad belga de Gedinne, en febrero del 2000.

El 28 de mayo de 2008 el Tribunal de lo Criminal de Charleville-Mezières declaró a Michel Fourniret (66) y a su esposa Monique Olivier (59) culpables de asesinar, entre 1987 y 2003, a siete jóvenes y de intentar secuestrar y violar a otras tres. Aunque, en realidad, se sospechaba de una veintena de víctimas más.

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Fourniret fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de pena. A Monique Olivier también se la condenó a perpetua, pero con la diferencia que pusieron un máximo de condena efectiva: 28 años. En 2010, se divorció de su marido Michel Fourniret.

Confesiones desde la cárcel

Una década después, en 2018, Fourniret desde la cárcel confesó otros crímenes. Aseveró haber matado a Joanna Parrish (20, maestra de inglés) cuyo cuerpo fue hallado violado y estrangulado en un río en Auxerre en 1990. También admitió haber asesinado a Farida con el objeto de robarle a la banda de delincuentes.

En marzo del año 2020 Monique Olivier señaló a Michel Fourniret como el culpable de la desaparición de la niña Estelle Mouzin. Él terminó aceptando ser el responsable del secuestro, abuso y estrangulamiento de la pequeña, hecho que sucedió en una casa que pertenecía a la hermana de Monique, unos meses antes de su arresto en 2003.

Durante el tiempo que pasó preso mantuvo su perversión a flote manejando a los detectives a su antojo, dándoles información a cuentagotas… a veces cierta y, a veces, falsa. Lo excitaba mantener el poder. Por eso, jugó hasta su muerte con policías, jueces y familiares de las víctimas y se reservó dónde había dispuesto el cadáver de Estelle Mouzin.

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El único hijo de Monique Olivier y Michel Fourniret, Salim Fourniret (33), se opuso en marzo de 2021 a que se emitiera una película de dos capítulos sobre su padre, titulada El Ogro de las Ardenas. Era una adaptación del libro de Harold Cobert. En una entrevista que dio encapuchado para no ser reconocido dijo no tener relación alguna con su padre: “Esta no sería una película que respete a las víctimas. No se puede hacer una película sobre alguien así. No se puede glorificar a alguien así (…)”. Los familiares de las jóvenes se sumaron a las quejas y denunciaron el uso comercial de la violencia. Fourniret todavía vivía cuando se emitió el filme que, además de dinero, generó fuertes polémicas y hasta manifestaciones en su contra.

El 10 de mayo de 2021, con 79 años, jaqueado por problemas cardíacos, Alzheimer y problemas respiratorios, El Ogro de las Ardenas murió en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière de París. Se llevó demasiada información a la tumba. La policía tiene todavía 21 casos en investigación que le podrían ser atribuidos.

La única que podría aportar algo es Monique Olivier. Pero muchos especulan que en realidad ella no quiere revelar nada que pueda cargarle más años de cárcel y entorpezca su posible liberación bajo palabra a partir del año 2036.

Para terminar, no estaría mal pensar que quizá deberíamos cambiar la literatura infantil y eliminar de los relatos a los ogros devoradores. Ya tenemos demasiado con la realidad. Fuente: infobae.com