Una vecina de El Dique sufre este problema desde hace varios años, pero que se agudizó en el último tiempo. Como prueba de ello están nuestras notas, fotos y videos.

“Esto no es nuevo. Vivo en Ensenada hace 11 años y siempre hubo problemas con YPF en cuanto a contaminación, alergias y asmas. Siempre se siente olor a azufre, químicos, sobre todo a la noche”, indicó Griselda.

 Y agregó: “Desde hace un año y medio cada vez la luz está más potente y se escuchan temblores. Sobre todo a la madrugada. En mi casa ha retumbado la cocina". 

 "Con la pandemia, vivimos casi 6 meses muy bien porque no se escuchaban prácticamente ruidos. Y no se sentía ese olor que con el viento se sufre bastante”.

Pero en los últimos meses todo volvió a empeorar. La mujer asegura que se los vecinos ya están resignados. Pero ella evalúa formular una denuncia. No quiere más esta calidad de vida.

“Mi casa está en movimiento, se me están rajando las paredes. Las máquinas las tienen andando todo el día. Estas rajaduras son de ahora y son provocadas por YPF", dijo Griselda al portal La Plata 1.

"No me quiero imaginar lo que debe pasar con las casas más precarias que también hay por la zona”, aseguró.

Y completó: “A la madrugada me despierto y en las paredes se siente una vibración. Lo mismo con las puertas. Es muy difícil”.

 Nuestro relato esta semana 

Decenas de vecinos se comunicaron con Primera Página para manifestar su preocupación en torno a la intensa actividad nocturna de las antorchas de YPF. 

También enloquecen a los habitantes de toda la región los olores nauseabundos.

Esta tapa de Primera Página es del 18 de septiembre de 1999. Vean desde cuando venimos diciendo lo mismo.
Se sienten en distintos barrios de Ensenada, Berisso y La Plata, dependiendo del sentido en el que sople el viento.

Las imágenes dan cuenta de lo expresado ya que junto a los ruidos que se producen, no dejan de ser una situación preocupante para los ensenadenses que son los primeros en percibirlos.

Organizaciones ambientalistas consultadas por Primera Pagina, hicieron hincapié en el daño que provoca el polo petroquímico desde hace décadas.

Destacaron como muy difícil de sobrellevar, los constantes ruidos, las emanaciones de gases y los humos tóxicos.

Norma es una vecina del barrio Campamento de Ensenada, quien indignada aseguró que “con mi familia tenemos temor que pase algo y que estos gases que emanan son cada vez con mayor frecuencia”.

 “Nosotros llamamos a la empresa pero siempre nos responden lo mismo; ellos aseguran que no afecta a la región”.

  
Mientras tanto, un grupo de vecinos evalúan realizar un pedido formal a la comuna ensenadense para solicitar un control estricto por parte de las autoridades que correspondan.

Quieren que verifiquen con certeza el impacto que podría generar este tipo de actividades nocturnas por parte de la empresa petrolera.

Por último, vecinos de Villa Catella también manifestaron su indignación al respecto, y aseguran que es “caótico vivir con los ruidos y emanaciones de gases de forma constante”.

“No pretendemos que cierren la empresa; eso seria una locura, pero sí solicitamos mayor inversión para garantizar la salud de la población”, manifestaron a Primera Página.