El uso de las herramientas que brinda la inteligencia artificial (IA) ya es un tema que tiene captada la atención de todo el mundo. Desde conocer sus potenciales aplicaciones (desarrollos en medicina, edición y creación de contenidos multimedia) hasta el desarrollo de normas y reglamentaciones para su utilización (leyes sobre deepfakes, privacidad de los datos de los usuarios de apps), estos sistemas de algoritmos digitales ya ocupan el centro de la escena digital mundial.
p>“El mundo de la inteligencia artificial se divide entre machine learning y deep learning. La diferencia es cómo se procesa la información. En machine learning, voy a elegir un modelo que represente mi realidad, en cambio, el deep learning funciona como nuestro cerebro”, dice el ingeniero informático Matías Karlsson respecto a las dos grandes ramas de la IA, y agrega sobre el deep learning: “Tiene redes neuronales: yo no sé a priori qué proceso define mi realidad, con qué modelo describir lo que está pasando, pero tengo un montón de casos de experiencias vividas. Entonces, se lo doy al deep learning, y este prepara una red neuronal que le permite hacer un modelo para eso que está viviendo”. <Y cita como ejemplo: en el caso del machine learning, para detectar imágenes de sillas hay que “enseñarle” al sistema a identificar cuatro patas, respaldos. En cambio, cuando se trata de deep learning, basta con mostrarle al sistema una gran cantidad de sillas, y más tarde él va a encontrar su propio criterio para saber cuándo está frente a una silla. Esta diferencia, que parece mínima, es abismal.
Amy Webb es una futuróloga estadounidense, y se desempeña como profesora en la Universidad de Nueva York. Además, se dedica a asesorar empresas y Estados sobre las tendencias del futuro. Junto con su organización, Future Today Institute (FTI), publica informes todos los años sobre tendencias en distintas temáticas: cultura, energía, medioambiente, política, inteligencia artificial, entre otras.
A partir de la llegada del COVID-19, el último informe publicado por el FTI, señala que hay aspectos de la inteligencia artificial que ya se han puesto en marcha. De hecho, algunos algoritmos que se usaban solamente para interpretar datos lingüísticos como textos, palabras y oraciones, ya son utilizados para interpretar cambios en la información genética de los virus.
Otro punto relacionado a la medicina es el descubrimiento de nuevos (y mejores) medicamentos. A finales de 2020, con la ayuda de esta tecnología se descubrió un antibiótico para matar a la bacteria Escherichia Coli; la investigación fue dirigida por Regina Barzilay y desarrollada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).
En aquella oportunidad, los científicos entrenaron un algoritmo para analizar la estructura de 2500 drogas y otros compuestos para encontrar aquellos que tenían las mejores características antibacterianas, y luego, de elegir a 100 voluntarios para probar el medicamento físicamente, descubrieron uno al que llamaron “halicina”.
Amazon, Microsoft y Google, tres de los gigantes tecnológicos globales, trabajan en desarrollos que permitirían realizar motores de inteligencia artificial sin la necesidad de manejar códigos de programación, tal como pasó con la tecnología musical, el diseño web y la edición de archivos multimedia.
Pero, dejando de lado la inteligencia artificial al servicio de lo cotidiano, los gobiernos también tienen en mente sus futuras aplicaciones. Según varios especialistas, entre este año y el 2022, muchos países van a lanzar sus estrategias con respecto a la IA, las cuales incluyen programas nacionales de fomento, regulación y protección.
Uno de los casos testigos que hoy se encuentran bajo la lupa es el de las deepfakes. Si bien, en los últimos meses, hubo varios videos graciosos al respecto, que incluían actores y hasta políticos como Obama y Putin (también se viralizó uno con un “doble” de Tom Cruise), la polémica radica en la suplantación de la identidad y la posibilidad de utilizarlo para algo más que una simple broma de internet, poniendo en juego la seguridad nacional de varios países.
El informe publicado por la organización que lidera Amy Webb (quien, además, es asesora del gobierno de Estados Unidos) también sostiene que China podría ser uno de los faros mundiales en el uso de esta tecnología, sobre todo en lo relacionado al ámbito militar, diplomático y económico.
¿Por qué? La respuesta es sencilla. Según el Future Today Institute, la ventaja que tiene el gigante asiático respecto a Estados Unidos y Europa es la capacidad de poder acceder todos los datos de sus 1400 millones de ciudadanos sin ningún tipo de limitaciones, para minar y refinar sus desarrollos. Por otra parte, la iniciativa de la Franja y la Ruta, también llamada la nueva ruta de la seda, es un proyecto chino que pretende unir de manera ferroviaria y marítima China y Europa pasando por Kazajistán, Polonia, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido.
Para Webb, esto no se trata meramente de un proyecto de infraestructura física, sino que es también digital, ya que no solo contempla construir puentes y estaciones, sino también instalar antenas 5G y fibra óptica que permitan recolectar y procesar datos fuera de China, lo cual hace pensar que la batalla por el control de los datos comienza a disputarse cada vez con mayor fiereza. Fuentes: lamovidaplatense.info y infobae.com