Camila vive una pesadilla de la cual no puede escaparse. Ningún ser humano está preparado para atravesar una situación tan adversa y sumamente difícil de digerir como es la muerte de un hijo.
p>Su historia con Isabella comenzó precisamente el 28 de noviembre de 2019. De urgencia, llevó a su hija al hospital Vicente López de General Rodríguez porque había levantado fiebre y no comía. “Tenía unas ampollas en la boca y me dijeron que era herpangina, que eran mañas de ella, que la castigue. Una respuesta insólita tratándose de un bebé de 1 año y 11 meses. Así la lleve por tres días, pero en esos días ella empeoró, no caminaba, no tomaba líquidos y estaba muy agitada”, dijo Camila, quien sigue esperando una respuesta de la justicia a esta problemática.Y agregó: “Yo la llevaba y pedía que la internen porque tenía miedo que se deshidrate, pero siempre se negaron hasta que el primero a la noche la llevé otra vez porque dejo de caminar y estaba muy agitada; ahí la trasladé al hospital, la atendió Arturo Vidaurre y le empezaron a hacer series de paf, le hicieron como cuatro veces y ella saturaba bien pero su mecanismo estaba mal. Estuve toda la madrugada ahí, hicieron el cambio de guardia, él desapareció sin dejar escrito los paf que le hizo a mi hija, hasta que la dejaron en observación; le pusieron oxígeno y estaba toda hinchada”.
En ese sentido, remarcó que” le hicieron una placa, me dijeron que salió bien, fue mi mamá a cuidarla (ella seguía en observación, no la habían internado) y yo me fui a mi casa para darme una ducha. A 11 o 12, no recuerdo bien, me llamó mi mamá para que vaya rápido, porque Isa había entrado en un paro cardiorrespiratorio y fue directo a terapia. Cuando llegué me dijeron que no sabían si tenía leucemia o un shock séptico pero que no me daban esperanzas”.
“A las 14 entré a verla y ella estaba toda intubada, tapada hasta el cuello con mantas y tenía bolsas de agua caliente, les pregunté por qué y me dijeron que por la fiebre (yo en ese momento no tenía cabeza para pensar en nada y no me di cuenta que se pone agua fría para la fiebre). Le agarré la manito y ella estaba helada, muy fría y yo ya sabía que mi hija ya no estaba, para mí, en ese momento mi hija ya había fallecido”, amplió.
Camila recordó que “me sacaron y durante la tarde nos mandaban a laboratorio para dejar muestras de sangre y otros análisis, también salían a decir que le había agarrado otro paro y así hasta que a las 18 me hicieron entrar otra vez, pero me cerraron la puerta y empezaron a gritar porque había entrado en paro otra vez y a mí lo único que me salió hacer fue patear la puerta y entrar; ella estaba desconectada, destapada con su cuerpito desnudo arriba de la cama y el médico de terapia estaba en otro lado mientras gritaba entró en paro, entró en paro, y cuando me vio a mí dentro de la habitación corrió hasta la cama, agarró a mi hija, la levantó y como un muñequito la sacudía como que estaba haciendo RCP, pero yo sé que así no se hace menos a una bebé. La puso en la cama, me dijo que no podía hacer más nada, así que la agarré, le hice upa, la abracé y me quedé ahí hasta que entró mi familia. El médico de terapia, 'jefe de terapia intensiva', también trabajaba en el Garrahan, es Fernando Ayllón”.
“La realidad también es que fue una cadena de médicos que hicieron mal su trabajo pero no pude conseguir los nombres porque en la historia clínica no anotaron nada de los tres días que yo la llevé solo del 2 de diciembre que fue cuando falleció”, indicó. Fuentes: lamovidaplatense.info y laplata1.com