"Ya sea que tengamos una o dos dosis, el barbijo lo tenemos que seguir utilizando", aseguró la especialista, investigadora principal del CONICET y coordinadora de la subcomisión de Vacunología de la Asociación Argentina de Microbiología (AAM). Las razones por las que hay que continuar con esta medida de protección son varias.
p>La principal es que "los datos que tenemos de las vacunas -que están funcionando de manera espectacular- refieren a prevenir enfermedad. Eso implica que nos previene nada más ni nada menos que de que este patógeno nos haga daño. Pero puede pasar que llegue a entrar igual, el ejemplo lo vimos muy claro con el caso de nuestro presidente. Él comenzó con unas pequeñas dolencias, una línea de fiebre, entonces lo hisoparon y dio positivo", comenzó Hozbor.
Alberto Fernández fue recuperándose de a poco sin más síntomas del COVID-19, cuando ya tenía aplicadas las dos dosis de la vacuna rusa Sputnik V. "Le funcionó espectacular, pero se infectó y tuvo que aislarse", remarcó la especialista. "Se aisló y mantuvo el uso del barbijo, porque estaba infectado y sin dolencias, no se enfermó... pero podía contagiar. La idea es que las personas que están vacunadas no se enfermen gracias a las vacunas, pero sí pueden infectarse e infectar a otros", añadió.
La bioquímica explicó que las personas, aunque sean asintomáticas, sí generan aerosoles "cuando hablamos, cantamos, hacemos discursos y demás. El barbijo que usan las personas vacunadas es sobre todo para evitar que otras personas que no tengan inmunidad y sean más vulnerables se contagien", precisó.
La medida es fundamental mientras el país continúa adquiriendo vacunas para llegar, como objetivo máximo, a una inmunidad de rebaño. "Mientras el virus esté circulando como está circulando ahora, tenemos que seguir con estas medidas", añadió Hozbor. Por otro lado destacó el concepto de "eficacia" de la vacuna para fundamentar lo necesario que sigue resultando el barbijo.
"El término eficacia refiere a cómo funcionan las vacunas en los ensayos clínicos. Incluso ahora nos dieron datos de cómo funciona la vacuna en la vida real -eso se llama 'efectividad'-, y lo que nos dice es que los números son muy altos pero no son un 100%. Esto quiere decir que una persona, aunque esté vacunada, puede llegar a enfermarse. Porque en ellos -justo algunos, pocos- la vacuna no les funcionó, no les generó la respuesta inmunológica en el nivel que se necesita para evitar que se enfermen. Hay personas que incluso pueden llegar a enfermarse", resaltó la bioquímica.
Ya sea para no contagiarse como para no contagiar a los y las demás, la protección facial resulta fundamental, sobre todo en el contexto de la segunda ola. Hozbor explicó además que la efectividad no alcanza el 100% en ninguna de las vacunas instauradas en el calendario de vacunación, y tampoco eso ocurre en los medicamentos. "Nosotros no somos todos iguales. Las vacunas que están aprobadas para uso de emergencia tienen una funcionalidad espectacular, pero ese valor no implica que para una persona tiene 'el 70 y pico % de eficacia', no es cuestión de una persona. Esto refiere a una cuestión poblacional, que dice que las personas vacunadas tienen en un X por ciento de todos los vacunados -por ejemplo 80%- de no enfermarse", destacó.
La especialista detalló que lo ideal es que los barbijos tengan varias capas. "Los del CONICET están muy bien, los quirúrgicos también; si vas a lugares más peligrosos donde hay mucha circulación, los N° 95 son espectaculares. Y una manera de visualizarlo en casa, para ver si funcionan o no funcionan, es poner los pulverizadores con agua, poner el barbijo a una distancia de una mano, 10 centímetros, poner el barbijo delante y del otro lado un espejo", contó.
De esa manera, tras pulverizar agua a distancia a través del barbijo, puede medirse en el espejo la efectividad de la tela para garantizar que sea seguro. Cabe recordar que las máscaras deben cubrir boca y la nariz y procurar que no haya espacio entre la cara y la tela. También recomiendan evitar tocarlo, lavarse las manos con agua y jabón y cambiarlo y lavarlo con regularidad (en el caso del de la CONICET, hasta 8 horas). Fuentes: lamovidaplatense.info y 0221.com.ar