Otra salvajada de dimensiones infernales en el Barrio Hipódromo. Cientos de veces hemos hablado en nuestro portal y en las páginas de nuestro diario de papel, sobre las vejaciones a las que someten a los caballos para mantener viva la tradición de apalear a los pobres animales, para que corran desesperados hacia una meta con un tipo sentado sobre sus ancas.
Un vecino de la calle 120 entre 38 y 39 reflejó esta mañana en su cuenta de Twitter una escena dantesca que increíblemente se repite, como él mismo asegura, de manera continua en toda esa zona. Un caballo muerto, que fue arrojado sobre la vereda cual si fuera un deshecho más de los que tiran como basura en la vía pública, rompiendo todas las reglas de convivencia urbana.
Ese caballo tenía un dueño, que deberá dar las pertinentes explicaciones sobre cómo y por qué murió, pero muy especialmente porqué apareció tirado en plena vereda. La desaprensión de muchos de los actores del turf no es ni nueva ni menor. Es algo que debería encontrar mejores y más eficaces controles por parte de las autoridades municipales, sanitarias y policiales.
Los vecinos creen que “el pobre animal tiene la cabeza tapada porque le deben haber dado un tiro en la sien. Siempre los desechan. Ya hemos escuchado disparos en el barrio y después aparecen muertos los caballos. Los matan porque tienen algún problema de salud o porque ya no les sirven y es caro mantenerlos”.