Basta de patovicas asesinos: salvaje agresión al sobrino de Cacho Rubio en un recital del Cuarteto de Nos
Lo que ocurrió este sábado 7 de septiembre 2024 en el Hipódromo de La Plata, en el festival musical denominado Noches Capitales, en pleno show del Cuarteto de Nos, no puede volver a repetirse NUNCA MÁS.
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Un conocido músico platense, de profesión Martillero y Corredor Público, fue salvajemente atacado por personal de Seguridad del evento, acusándolo arteramente y sin ninguna prueba, de haber robado.
La odisea vivida por Facundo Rodolfo Rubio, no tiene fundamentos ni explicación racional, y se enmarca en el descontrol absoluto con el que actúan las empresas de seguridad privada en nuestro país.
La seguidilla de hechos delictivos que generan paradójicamente aquellos que deberían evitarlos, parece imparable. Los “patovicas” no respetan leyes, ni ética ni moral. Maltratan a cualquiera y casi nunca son imputados y mucho menos sancionados por sus atrocidades.
Gonna Go! Producciones, la organizadora del evento, deberá aclarar a qué incompetente empresa de seguridad privada le delegó el cuidado del público y quién es puntualmente el numerario que atacó salvajemente a Rubio en pleno recital.
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Este caso no debe quedar impune, si queremos que este tipo de situaciones no sigan empañando a nuestra cultura. A los patovicas se les viene yendo la mano desde hace años, pero está vez pasaron todos los límites.
El relato en primera persona de Facundo Rodolfo Rubio de lo vivido el sábado en el Hipódromo de La Plata es escalofriante e inaceptable. No dejen de leer hasta el último párrafo. Ni el mejor guionista de Nétflix se hubiera atrevido a tanto.
Mi nombre es Facundo Rodolfo Rubio DNI: 26.601.210, soy martillero y corredor público, perito de tasacion y músico. El día sábado 7 septiembre 2024, asistí junto con mis hijos Lucía Sol y Nahuel Ceferino Rubio y Catalina, una amiga de mi hija, al tan esperado concierto del Cuarteto de Nos, en el marco del festival denominado Noches Capitales, en el predio del Hipodromo de La Plata.
A las entradas las saqué a través de Livepass, la página oficial del evento organizado por la productora Gonna Go! Producciones. Estacionamos el auto en las inmediaciones e ingresamos al predio a las 21:00 aproximadamente.
Estaba tocando la banda anterior, estuvimos juntos aguardando el comienzo del recital del Cuarteto de Nos, hasta que apenas pasadas las 22:00 horas comenzó a sonar el primer tema. Fuimos avanzando un poco hacia el escenario, estábamos cerca.
En el tercer tema decido adelantarme un poco de los chicos, para oír y ver un poco mejor, soy músico y disfruto mucho los recitales, y más en familia. Quería apreciar más detenidamente los detalles durante algunos temas y luego regresar apenas unos metros donde estaban mis hijos.
Habrán pasado unos pocos temas, estimo que sería el quinto o sexto tema, cuando iba a regresar unos metros para seguir disfrutando del recital con mis hijos, cuando se desató un evento, situación, que no hubiera imaginado ni en mi peor pesadilla, sufriendo un daño económico, físico y sobre todo moral, como nunca había vivido, una humillacion y situación de angustia sin precedentes.
Estando por regresar, comienzan a tocar el sexto creo, y siento como me sujetan desde atrás, me asfixian tomándome con fuerza del cuello, dos personas que no se identificaron en modo alguno, me arrastran muy bruscamente, sin explicaciones, sujetándome del cuello al punto de casi asfixiarme.
Como podía les rogaba que no me ahoguen, les decía que estaban equivocados, que estaban mis hijos dentro del predio, que soy asmatico y no podía respirar. Nada de esto hizo mella alguna, al contrario, se comportaban más violentamente.
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Una chica que estaba al lado les preguntó por qué me llevaban si no estaba haciendo más que mirar el recital, no les importó. Mientras era ahogado y arrastrado, me robaron absolutamente todo lo que llevaba en los bolsillos.
Se llevaron mi dinero en efectivo, unos sesenta y pico mil pesos, la billetera con toda mi documentación, dos tarjetas de débito, cinco tarjetas de crédito, la cédula verde del auto, mi registro de conducir, el DNI.
También me sacaron unas fotos de mi esposa y mis hijos que quiero mucho, me robaron el celular, todo esto sucedió con la aprobación tácita del supuesto personal de vigilancia ya que ellos no hicieron nada, más aún fueron los responsables directos de que esto sucediera.
Al tiempo que me arrastraban, me maltrataban y me robaban, yo les decía como podía que me estaban robando en ese momento. En mi desesperacion rogaba que me escucharan, pero se puso más violento el personal, y me dijo si quiero te mato, te voy a matar, apretando más fuerte mi cuello hasta casi desvanecerme.
En todo momento me llevaban con la muñeca derecha doblada muy fuertemente, hasta que en un momento me dice ‘te voy a quebrar negro de mierda’, aumentando la fuerza ejercida, hasta el punto que creí que me había quebrado la muñeca.
Eso no ocurrió, pero me provocó una lesión que tengo en este momento y dificulta mucho esta escritura, lesión que me generó un esguince según el diagnostico que me dieron en el hospital.
Me sacaron hasta la puerta del predio, en ese lugar me tiraron al piso fuertemente, en todo momento me insultaban, en lo poco que pude dialogar intenté preguntar qué pasaba, y me decían ‘estás robando, están las cámaras’, a lo que le decía que por favor revisaran las mismas ya que comprobarían que nada tenía nada que ver. Sólo intentaba pasar una noche en familia compartiendo música.
En cuanto me tiran al piso, en la situación más humillante que viví en todoa mi vida, le dicen a dos policías que me lleven detenido a la comisaría, junto con otro muchacho que al parecer estaba viviendo el mismo infierno que yo.
Yo gritaba que estaban mis hijos adentro. En el piso me esposaron, me revisaron y los dos policías en una camioneta me trasladaron a la comisaría Segunda, sita en calle 38 entre plaza Olazabal y 8.
Sumergido en un torbellino de angustia y desesperación, no podía creer lo que me estaba sucediendo. Les expliqué mi situación a los policías, quienes me escucharon y me dijeron que ellos tenian la obligación de llevarme.
Los uniformados que me trasladaron, tuvieron un muy buen trato y comprendieron la locura que estaba viviendo. Al llegar a la dependencia me sacaron lo único que no me pudieron robar porque lo tenía atado al pantalon, que fueron mis llaves.
Les pedí si me podían quitar las esposas, porque me estaban lastimando, más la muñeca que me lesionó el empleado de vigilancia. Me quitaron las esposas, me sacaron fotos como a un criminal de frente y de atrás, y me dijeron que esperara.
Yo en ese punto no entendía lo que estaba sucediendo. Mis hijos no sabían nada. Me habían golpeado, humillado y robado todo. Les pregunté de qué se me acusaba, por qué estaba ahí, qué sucedió.
Los agentes me decían que me acusaban de robo, mientras yo no salía de mi asombro. Después de un rato, me informan que seguramente iría a una examinación física y me harían firmar un acta y luego me dejarían ir.
En el medio de todo esto, llegó un contingente de detenidos, aparentemente del mismo lugar q yo (el Hipódromo de La Plata), y entonces me volvieron a sacar fotos, esta vez junto a los detenidos recién llegados, y nos indicaron que esperásemos.
La angustia y desesperación que sentía en ese momento no se la deseo a nadie, tenía frío, me sentía mareado, estaba asustado, sabía que debía hacer todas las denuncias por el robo ya que tenían mis tarjetas, documentos y teléfono; y lo más importante, quería comunicarme con mis hijos, quería saber de ellos.
Luego de un rato me llevaron a la revisación médica, donde me tuve que desvestir, para constatar que no tenía moretones, completando la humillación y vejación más grande vivida. Les manifesté que en la comisaría no me habían golpeado ni maltratado en modo alguno, más aún, me habían tratado bien.
Al rato, cuando ya habían pasado unas dos horas desde mi llegada, me dicen que firme tres actas, una que me devolvieron las llaves, otra con el informe de la situación procesal y una tercera con otros nombres además del mío, le pregunté qué era y me dijo que tenía que firmar que era del procedimiento.
Al salir, tardé porque la comisaría estaba llena de denunciantes por robos en el recital. Pude salir después de unos minutos, tomé un taxi para volver al hipódromo a ver si veía a mis hijos ir hasta el auto, luego con el taxi me dirigí a la casa de mi hija a ver si los encontraba y por último a mi oficina, para poder abonar al taxista comunicarme con mis hijos y hacer las gestiones de baja de todas las tarjetas.
Ahí me pude comunicar con mis hijos, ellos estaban muy angustiados y asustados buscándome. Me estuvieron buscando por todas partes, pensaron que tal vez por mi asma estaría en enfermería les dijeron. Llamaron a mi celular y los atendió un ladrón, que les hizo burla y cortó.
Por último, preguntaron a Seguridad dando mi datos, y ahí quien según la descripción física que hacen mis hijos, fue una de las dos personas que me hizo vivir este calvario, con zorna les dice, si un negrito de cuarenta y pico lo llevamos preso, y se ríe.
Me encuentro con mis hijos, nos abrazamos y comenzamos las gestiones para las bajas de las tarjetas. Luego pedimos un Uber para ir a buscar el auto que seguía estacionado en las inmediaciones del hipódromo, y nos dirigimos a mi casa.
Ya eran las 5 de la mañana, viviendo la peor experiencia de mi vida, intenté acostarme cuando eran las 6 pero no pude dormir de los dolores y la angustia. Al rededor del mediodía fui al hospital Larraín de Berisso, la ciudad donde vivo, para que me dijeran qué tenía en la muñeca porque me dolía mucho.
Me atendieron en la guardia, me hicieron una radiografía, y me dijeron que tenía un esguince por la torcedura de la muñeca, que podría haber sido fractura, me indicaron Diclofenac cada 12 horas, hielo y reposo, concluyendo así la peor experiencia de mi vida.
Encima, como indique, soy músico y el traumatólogo me dijo que no tocara por unas semanas, teniendo por delante dos fechas que deberá suspender. Tampoco podré desarrollar ágilmente mi tarea como martillero y corredor público, ya que no puedo escribir bien por el dolor.
No sabría describir con exactitud todo el daño que me causaron y causan todavía los hechos acontecidos, ni cuantificar el dolor físico y moral que siento.
A la pérdida de una noche en familia, de asistir a ver un recital de música perdido, del valor de las entradas, del valor de celular que deberé reponer, de las valor de la reposición de las tarjetas de crédito y débito, del taxi, el uber, hasta el pantalón que me rompieron.
Y más allá del valor económico de todo lo mencionado antes, hay que sumarle lo peor de todo, que es el daño que me generó todo lo vivido. Mi idea es que nadie pero nadie, nunca más, vuelva a pasar por esto en la vida, una situación tan espantosa. Y que se me repare el daño ocasionado.