En su afán por desafiar a la muerte, Bryan Johnson, el millonario de 46 años, ha adoptado una rutina de vida extrema que implica la toma diaria de 60 pastillas, monitoreo constante por parte de 30 médicos, sesiones de láser facial y transfusiones de sangre de su propio hijo para renovar la suya. Además, recolecta muestras de heces para estudio y duerme con un dispositivo que monitorea sus erecciones nocturnas como marcador biológico de edad.
Entrevistado por Infobae, Johnson revela su audaz objetivo de vivir más allá de los 200 años a través de su enfoque llamado "Blueprint". Este método, patentado por él mismo, implica la subcontratación de decisiones relacionadas con su organismo a un equipo de médicos para reducir su "edad biológica" y recuperar la juventud, aspirando a tener un cuerpo y órganos de 18 años.
Considerándose un "atleta de rejuvenecimiento profesional", Johnson comparte abiertamente sus experiencias en videos de YouTube y publica mediciones biológicas en línea, desde su frecuencia cardíaca hasta imágenes de sus intestinos, para que otros puedan seguir sus pasos.
Su rutina diaria meticulosa comienza a las 5:30 a.m. e incluye ejercicios, monitoreo constante y una dieta específica. A pesar de su enfoque extremo, Johnson asegura ser más feliz que nunca y aboga por que la humanidad abrace una revolución centrada en la longevidad y la inteligencia artificial segura.
Este extravagante camino hacia la inmortalidad plantea preguntas fundamentales sobre los límites de la ciencia y la ética, generando reflexiones sobre si la búsqueda de una vida más larga vale el costo físico y emocional.