No se trata, en este caso, de una nota para mostrar el reclamo de un grupo de obreros por mejoras salariales, como suele ocurrir en estas páginas habitualmente. Acá estamos hablando de una empresa con capitales extranjeros y nacionales que más abajo describiremos prolijamente, que gana muchos millones de dólares (muchísimos M$), con un servicio monopólico, a medida y encriptado comercial y económicamente.
Que los trabajadores de Camuzzi tengan que cortar una calle para reclamar cosas tan básicas como las que están pidiendo hoy, ante empresarios dueños de fortunas incalculables y prebendarios del poder político y estatal, amigos personales y socios de un ex mandatario nacional, es una vergüenza de magnitud inenarrable. En otras palabras: “Si te la estás llevando toda, pescando en la pecera, al menos pagale a tus empleados lo que se debe, gordito Mc”.
Las asociaciones sindicales de la industria del gas natural, nucleadas en el sindicato denominado STIGAS, que nuclea a trabajadores de las centrales de Camuzzi ubicadas en La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Neuquén, Patagonia Sur y CABA, cortan las calles de Puerto Madero, el barrio más exclusivo de Buenos Aires, para reclamar que la empresa multimillonaria les reconozca al menos algunos de sus múltiples reclamos.
Los trabajadores del gas, sostienen que están movilizando ante la “negativa empresarial de abordar un diálogo sobre el comienzo de la Paritaria 2023 y la resolución de Puntos Convencionales, que hace varios años están en agenda y no pueden llegar a ningún resultado positivo. También destacan las dificultades con el servicio de Salud”.
“La recomposición salarial real, que los trabajadores necesitamos para hacer frente a la situación económica que nos atraviesa, siendo “esenciales” y desarrollando tareas de riesgo al trabajar con un fluido altamente explosivo; que hemos puesto en riesgo la salud en situación de pandemia y que jamás ha sido reconocido, decimos BASTA y emprendemos la lucha para lograr dichos objetivos, para el bien del trabajador, sus condiciones laborales y la garantía de un servicio público de excelencia”, concluyeron los manifstantes, en las puertas mismas de las oficinas centrales de Camuzzi en CABA.
La empresa Camuzzi Gas Pampeana tiene el monopolio de la distribución domiciliaria del fluido energético que alimenta a los hogares argentinos para que las familias puedan cocinar, bañarse y calefaccionar sus casas, entre otros usos básicos. También brinda el servicio a las empresas que producen para generar trabajo, que en la zona de cobertura de la mencionada prestataria son miles y consumen gran cantidad de gas.
Las empresas de servicios públicos en la Argentina, se han acostumbrado a brindar servicios ineficientes, carísimos y con bajo nivel de prestaciones complementarias. Sin embargo, a pesar de sus millonarias ganancias permanentes, acceden a subsidios, evaden compuestos, esquivan multas y cuanto artilugio encuentren para escapar a los controles reglamentarios de un Estado corrupto e inepto por excelencia.
Coimas, sobornos, cohecho, corrupción, son palabras que identifican las relaciones entre las empresas de servicios públicos con los entes de contralor estatales desde siempre en este bendito país. Sin embargo, pasan los gobiernos, cambian los colores, los nombres de los funcionarios, los dueños de las empresas, los CEO’s, las denominaciones en UTE, los accionistas y hasta los usuarios, pero lo que nunca cambia es el estilo de relación.
Camuzzi es la mayor distribuidora de gas natural de la Argentina, en términos de volumen. A través de Camuzzi Gas Pampeana (CGP) y Camuzzi Gas del Sur (CGS), tiene más de 2 millones de usuarios en siete provincias, y una red que supera los 500.000 kilómetros lineales de extensión. Cubre el 45% del país, entre Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Chubut, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Si bien no disponemos de datos actuales, podemos mostrarte los números de Camuzzi hasta mitad de 2020, para tomar a manera de ejemplo: según publicó el medio colega cronista.com oportunamente, en 2019, CGS facturó $ 13.954,72 millones y dijo que perdió $ 4118,32 millones. En 2018, habían sido $ 13.084,81 millones recaudados, con una ganancia integral de $ 4749,8 millones.
En los primeros seis meses de 2020, sus ventas cayeron más de 38%, a $ 5331,05 millones. Ganó $ 1332,5 millones, casi tres veces más que un año antes, principalmente, por un efecto financiero. De hecho, el resultado operativo, de $ 220 millones, fue menos de la mitad del primer semestre de 2019 ($ 5119,2 millones) y por debajo de un tercio del de la mitad inicial de 2018 ($ 924,74 millones).
Por su parte, CGP facturó $ 29.275,06 millones el año 2019. Dijo que perdió $ 4283,35 millones. En 2018, con ventas brutas por $ 28.722,9 millones, había ganado $ 4334,2 millones. Durante el primer semestre de 2020, sus ingresos se retrajeron 23%, a $ 11.078,2 millones. Su beneficio fue de $ 457,27 millones, contra $ 3,5 millones de un año antes. También fue por efecto financiero. El resultado operativo, $ 368,46 millones, se retrajo a menos de la mitad.
Ex director de YPF con Repsol (1999-2004) y CEO de Edenor (2005-2012), Alejandro “el gordo” Macfarlane, fue titular de Edelap, la distribuidora eléctrica de La Plata, hasta marzo de 2017. Le vendió esa empresa y EdeA, la concesionaria de la Costa Atlántica, al grupo Desarrollos Energéticos (DESA), el fondo que lidera Rogelio Pagano, quien fue su CFO en Edenor. Ambos, habían desembarcado en el directorio de la mayor distribuidora eléctrica del país luego de su adquisición por parte de Dolphin, el grupo inversor de Marcelo Mindlin, el empresario preferido de Macri (foto).
La venta de Edelap y EdeA estuvo valuada en más de u$s 250 millones. Un par de meses después, con una parte de ese capital, Disvol se hizo con el 20% de Camuzzi que le permitió llegar a un share del 70% y le aseguró Macfarlane las sillas de ambas cabeceras. Por ese take-over, habría desembolsado cerca de u$s 40 millones. El empresario ya había ingresado al capital de las gasíferas en 2013, tras adquirir la tenencia que pertenecía a la estadounidense Sempra Energy.
Ya con el nuevo controlante, gracias al horizonte de tarifas a cinco años que le dio la revisión tarifaria integral (RTI) de 2016, CGP y CGS habían emprendido un programa de inversiones de $ 7500 millones, con el objetivo de expandir y mejorar su red. Esto, calculaba, le permitiría incorporar 300.000 nuevos clientes en tres años. En septiembre de 2019, celebró la suma de 100.000 y más de 253.000 metros de cañería añadidos, aseguraba el prestigioso medio cronista.com.
“No tengo ningún inversor financiero. Somos nosotros", aclaraba, en relación a Disvol, la sociedad que formó en 2011. En la comunicad de negocios, Macfarlane es uno de esos personajes que no pasan desapercibidos. Hombre de nexos –y talento– para deslizarse entre las distintas tonalidades del Círculo Rojo, la mención de su apellido –uno de los menos usuales en una guía telefónica, además–, siempre, despierta intriga, acerca de sus socios o a quiénes puede representar.
Finalizado el gobierno de Carlos Menem, Macfarlane fue reclutado por Repsol YPF. Trabajó como director de Asuntos Institucionales de la petrolera hasta 2004. En 2005, Dolphin –precursor de Pampa Energía–, flamante dueño de Edenor, lo eligió como CEO de la distribuidora eléctrica. Ocupó el sillón hasta febrero de 2012, poco después de que Cristina Fernández de Kirchner asumiera su segundo mandato, con el envión emocional que le dio el 54% de su reelección.
Pocos meses antes, en diciembre de 2011, Macfarlane había dado su primer paso en solitario: la compra de Edelap. En 2013, cuando entró a Camuzzi, ya estaba alejado definitivamente del grupo energético que timonea Mindlin. Hasta 2017, poco antes de la compra del control de Camuzzi, integró el directorio del Banco Macro, el banco de su amigo Jorge Brito.
Aficionado al rock & roll, ex rugbier de Belgrano Athletic, el fútbol es otra de sus pasiones. En 2009, de hecho, formó La Máquina Corporate de CEOs y ejecutivos -Luis Caputo y Mario Quintana, entre ellos- que asesoró a Rodolfo D’Onofrio, ex presidente de River, en su primer intento por ascender al despacho principal del Monumental. D'Onofrio finalizó su segundo mandato en River y lo sucedió Jorge Brito hijo. Todo queda en familia y todo son negocios.